Ceuta es pequeña y dulce; está acostada / en los brazos del
mar, como si fuera / una niña dormida que tuviera / la
espuma de las olas por almohada. / Ceuta canta latines,
cristianada / con la sal del Estrecho marinera / y empieza
su blancura campanera / al espejo del mar acicalada. / Ceuta
es una andaluza niñería / que si saltar pudiera, saltaría /
la comba de agua y sal del océano. / Y allí está, entre la
arena y la muralla / como una niña que bajó a la playa / y
se fue a la madre de la mano.
A través de este poema y, otro más que el poeta Luis López
Anglada dedicó a Cádiz, se fraguó la amistad entre este
ceutí y Guillermo Portillo, un intelectual gaditano que ha
conocido a Fernando Fernán Gómez, Cela o Caballero Bonald
entre el humo del Café Gijón (Madrid). Hasta ese momento,
Anglada no conocía de nada a Portillo, pero Portillo a él
sí, de sumergirse en las aguas de Ceuta a través de los
sonetos del militar ceutí. Quizá fuera por ello por lo que
con 15 años Portillo vino a Ceuta a hacer pesca submarina y
se quedara embaucado con lo que a la postre sería su segunda
casa y referencia de muchos de sus poemas. Se produciría lo
que en literatura se conoce como un quiasmo entre Anglada y
Portillo, el uno de Ceuta, encantado por Cádiz; y el otro de
Cádiz, hechizado por Ceuta. Lo uno por lo otro.
Quizá fuera por venir a Ceuta, por lo que Portillo se inició
a los 15 años en la poesía. O quizá, no. Probablemente ni él
se acuerde. Con 79 años por fin ha publicado aquel rosario
de poemas que comenzó a escribir mientras hacía pesca
submarina en Ceuta y que ha venido a titularse ‘La luz y el
mar de Ceuta’. “Lo tenía casi terminado -pero nunca lo
acababa-, y los de la Casa de Ceuta -en Cádiz- me decían
‘¡hombre, ¿por qué no lo terminas?!,” y lo terminó. No es el
primer libro que escribe el gaditano, a su espalda pesan
relatos de navegaciones, de pueblos montañosos, poemarios...
El pasado miércoles, Guillermo Portillo fue el encargado de
concluir el acto protocolario de hermanamiento entre la
‘Tacita de Plata’ y la ciudad ‘Caballa’. Como no podía ser
de otro modo se añoró la pérdida del poeta Anglada, a
principios de este año. “Yo conocí a Anglada a través de mi
hermano. Luis vino una vez a Cádiz acompañado de Ramón
Solís, que era muy amigo de mi hermano Fernando, presidente
de la Diputación”. Él publicó en la Revista Bahía un poema
dedicado a Cádiz y otro a Ceuta -al que se hace referencia
al comienzo del reportaje-. ”Luis no sabía que yo era
hermano de Fernando”. Entonces, “yo iba todos los años al
aula de cultura del Gobierno Militar a escucharlo, porque
empecé a conocer sus poemas y me interesaron mucho, él era
un sonetista fabuloso”, dice Portillo. “Cuando Luis publicó
en la revista Bahía estos sonetos a Cádiz y Ceuta, yo le
contesté con otros seis sonetos y se los mandé. Entonces
tenía yo cerca de los 17 años”. Anglada es cuatro años mayor
que Portillo, “él murió con 83 y yo tengo ahora mismo 79”.
La historia de Guillermo, vestida con su voz de abuelo
inquieto, triturada con los años e incapaz de callar
recordando su pasado, invita a componer una película
mediante escenas retrospectivas. “Luego, hablando con él por
teléfono y con el paso de los años fuimos intercambiando
poemas a través del correo. Yo le pedía que me enviara sus
publicaciones y fuimos haciendo amistad”. Posteriormente
terminó la etapa escolar y Portillo emigró a Madrid, y con
la distancia acabó perdiendo la relación con él. También
perdió el contacto con la pesca submarina, con el
desnarigado por testigo. Le costó adaptarse al movimiento
del barco atravesando el Estrecho y, cuando lo hizo, puso un
ancho macizo de tierra de por medio. Portillo se licenció en
Educación Física y se doctoró en la escritura desde que
comenzó a escribir en segundo de bachiller en la revista del
colegio de San Felipe Neri. Desde que se fue a Madrid sus
visitas a Ceuta se han hecho periódicas, pero más distantes
en el tiempo. “Todos los años voy a Ceuta para ver a la
patrona y todos los años le escribo un poema diferente a la
Virgen de África”. Tiene pendiente volver en primavera o en
verano a hacer la presentación del libro en esa fecha,
cualquier excusa vale. Este libro, “dedicado a la relación
entre Ceuta y Cádiz”, también está dedicado a Anglada. Así,
los ceutíes encontrarán una cita de Luis López Anglada en
muchos de sus poemas. “Los versos de él me sugerían y cuando
yo tenía escrito algo y lo leía a él, decía, ‘¡míra!, si
esto es lo mismo que yo tengo escrito aquí’”. Las citas
están cogidas de los más de ocho libros de Anglada que
Portillo conserva en su casa. “Anglada ha escrito relatos,
narrativa, teatro, ensayos, poesía y tiene hasta el Premio
de las Artes de la Casa de las Américas”. Portillo presume
de que su amigo, a pesar de ser de derechas, estrechaba
relación con cualquiera. “Llegó a fundar una editorial con
Gil de Biedma, un poeta que no era ni católico ni de
derechas”. Cuando se le pregunta a este gaditano si se le
conoce en Ceuta, él responde que no, pero alude a su antigua
afición. “Hice pesca submarina hace bastante tiempo. Ya no
queda nadie de los que pescaban con nosotros y yo tampoco
era un pescador de elite”. Si a Guillermo le preguntas por
los parecidos de Ceuta y Cádiz, responde: “No es sólo la
similitud de las cosas físicas que comparten, ni su amor por
los jardines, los parques, las murallas, el puerto, el amor
por la navegación, que no pueda crecer la ciudad... Lo más
fundamental de todo es la población, la gente, que tiene una
idiosincrasia similar. Luis López Anglada decía que Cádiz y
Ceuta son una misma cosa”. “En palabras de Anglada: ‘El mar
de Ceuta, a medias gaditana, a medias ceutí’”.
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Actualmente prepara un libro de ‘Navegaciones’ de
civilizaciones antiguas
Guillermo Portillo está sumido
ahora mismo en la escritura de un libro de ‘Navegaciones’,
“mis navegaciones. Abarca todo el Mediterráneo y los viajes
de las civilizaciones antiguas, fenicios, griegos...” y
dentro de esta obra constan ‘La mágica Aventura’, ‘La luz y
el mar de Ceuta’, ‘Abramos las ventanas’, ‘El maestro
Ulises’, ‘Aguas azules, aguas verdes’, ‘Islas Afortunadas’.
Portillo ha pertenecido a grupos de literatura desde que
estudió la carrera de Educación Física, hasta que llegó a
Cádiz como consignatario de barcos, donde empezó a trabajar.
Sin el caché de sus compañeros del grupo literario Platero,
en Cádiz, “yo publicaba en revistas, pero publicar libros
para fuera no empecé a hacerlo hasta hace cinco o seis años.
Antes los hacía en multicopia”.
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