No ha venido con un pan “debajo
del brazo”, no ha venido a pasar el tiempo, ha venido a ser
útil, especialmente, a su pueblo y a todo aquel que esté
cerca y quiera mantener el orden.
Es el punto de partida del presidente de Francia, Nicolás
Sarcozy, que ya ha lanzado un doble mensaje de firmeza a los
jóvenes revoltosos y violentos.
Pero esto no quiere decir que no oiga a aquel que tenga que
oír, porque no tuvo inconveniente en recibir con un talante
conciliador a los familiares de los muchachos, muertos al
colisionar su moto con un coche de la policía.
Este hecho, naturalmente que acompañado de algo más, desató
violentos disturbios en los barrios más conflictivos de las
afueras de París.
El presidente francés no descartó nada, y a los propios
familiares les anunció la apertura de una instrucción
judicial, para que queden esclarecidas las circunstancias
del accidente.
Dicho en otros términos, parte de la idea de “luz y
taquígrafos” pero para todos, naturalmente, también para
aquellos que se quieren hacer dueños de la calle.
El que un accidente de moto, es cierto, con dos muertes y
ante un coche policial, desate los graves disturbios de dos
noches en las localidades de las afuera de París, nos debe
dar la pista de que es un mero pretexto para la algarada
callejera.
Y las algaradas hay que frenarlas, hay que pararlas y
cortarlas de raíz para no tener que llegar mucho más lejos,
cuando luego ya no haya remedio.
Pero en el conflicto no está únicamente el contenido
francés, en el conflicto está el hecho de “la fuerza” de la
inmigración, llegada de múltiples formas y que una vez
asentados ya conforman grupos o bolsas de descontento que,
en más de una ocasión, pueden terminar en acciones
violentas.
Las familias de los fallecidos han indicado que serán
enterrados en sus países de origen, Senegal y Marruecos. Ya
veremos a costa de quien y como.
Los incidentes en la monstruosa París no es algo nuevo.
Estos vienen cíclicamente repitiéndose , y hace ya un par de
años tuvo que soportar más de tres semanas, de auténtico
infierno. Entonces era Sarkozy ministro del Interior y tuvo
serios dolores de cabeza.
Por eso, es él mismo el que quiere coger el “toro por los
cuernos” y evitar otros casos similares, y más teniendo en
cuenta que ahora ha habido jóvenes que, incluso, han
disparado contra la policía con armas de caza. Esto no se va
a tolerar en Francia, porque esto no es un juego de simples
alborotadores y eso lo sabe muy bien la policía francesa y
lo sabe muy bien el propio Sarkozy.
Aquí, especialmente en esto, es donde va a estar el punto de
inflexión para atajar los asuntos, por las buenas o por las
malas, puesto que, según el presidente Sarkozy “ los que
disparan con armas de fuego contra policías afrontarán el
tribunal de los Criminal. Es el mejor “regalo” que se les
puede hacer, y es el mejor modo de actuar desde la cúpula
del poder.
La policía será intocable, y los violentos que se las vean
con la ley, a partir de aquí, luego, el diálogo, pero lo
primero el restablecimiento y el asentamiento del orden.
Al llegar a este punto, uno siente envidia, de verdad, de
las actuaciones en Francia, y allí hay derechos humanos,
también.
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