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OPINIÓN - SÁBADO, 1 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

El estilista
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Francisco Márquez, consejero de Hacienda, a pesar de haber pertenecido al GIL, tiene la suerte de que cuenta con el apoyo indiscutible del presidente de la Ciudad. Y es así, en principio, porque a éste le agrada sobremanera que las personas más cercanas a él tengan cierta prestancia, presencia. Y FM cumple, sobradamente, con los requisitos estéticos del gusto de quien más manda en esta ciudad.

De Francisco Márquez dicen que es persona muy preparada y que está en posesión de títulos que avalan sus conocimientos. También destacan su buen estilo, sus maneras desenvueltas, y un gusto exquisito cuando se trata de aconsejar a quienes recurren a él para preguntarle sobre cómo casar prendas y adminículos.

Francisco Márquez, a la chita callando, parece ser que se ha convertido, salvando las distancias, en una especie de Tomás Terry. Todo un especialista en darle finura y galanura a cualquier acontecimiento. Y por más que cumpla años, siempre destaca pimpante en cualquier sitio y aunque esté rodeado de gentes.

De Francisco Márquez, consejero de Hacienda, a pesar de haber pertenecido al GIL, lo que no me han dicho es qué tal anda de verbosidad persuasiva; gracia en el hablar: o sea, labia. Pero tengo la absoluta certeza de que hablará de modo que podría embaucar al mismísimo Juan Luis Aróstegui si se lo propusiera. Y, si me apuran, cambiarlo de la noche a la mañana en muchos aspectos. Porque vistiendo, la verdad sea dicha, el de Comisiones Obreras necesita una ayuda urgente.

Francisco Márquez, a raíz precisamente de los ataques padecidos por Aróstegui -ora con que el consejero de Hacienda favorece a su hermano en no sé qué cosas; ora con que ha viajado a Bruselas como una criatura desatinada-, ha puesto sus ojos en Mohamed Alí y se lo ha ganado para su causa: que no es otra que éste participe en la aprobación de los presupuestos de la Ciudad. Todo un milagro. Por supuesto que sí.

A Francisco Márquez habría que preguntarle, al menos yo tengo muchas ganas de hacerlo, qué métodos ha empleado para que el líder de la UDCE-IU se haya dejado fotografiar incluso riéndole una gracia a Juan Vivas. Cuando hasta hace nada veía al presidente de la Ciudad como a un ser mefistofélico y a los populares como personas afectas a un plan diabólico contra los más necesitados. Sí, ya sé que Francisco Márquez, que algo aprendería de sus compañeros del GIL, me diría que hablando se entiende la gente. Y que Mohamed Alí estaba muy necesitado de afecto. Y que a él le ha correspondido darle ese calor humano del cual estaba tan escaso.

La jugada de Francisco Márquez, aceptando las tres peticiones de Mohamed Alí para que dé el sí a los presupuestos, tiene un mayor alcance. Encierra la promesa de apartar a Mustafa Mizzian de cualquier cargo en las barriadas periféricas. Porque ese destino le ofrecería a éste la oportunidad de ganarse la voluntad de muchos votantes. Y, claro, sería más que posible el resurgir del PDSC.

Con este pacto, concebido por Vivas y llevado a cabo por el estilista FM, entre el Gobierno y la UDCE-IU, el que pierde es Mizzian. Y el que gana es Mohamed Alí. Que al fin toca materia, de la buena, y puede presentarse ante los suyos con logros útiles y no con el cuento de la lechera. Francisco Márquez brindará a su aire. Menuda fiesta se va a pegar el consejero de Hacienda.
 

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