Has el amor no hagas la guerra.
Una frase simpática y agradable que dice que es mucho mejor
hacer el amor que la guerra, Totalmente de acuerdo con ella.
Decía la sabia de mí abuela que: “dos no pelean si uno de
ellos no quiere”. Como siempre llevaba razón y si te
provocan, impulsándote a ir a la guerra no tienes más
remedio que aceptar el reto, coger tu arma y al frente a
pegar los tiros correspondientes par tratar de vencer al
enemigo.
En las guerras, hay una cosa clara, o matas o te matan. Y
hay que reconocer, que cada quisqui trata de salvar su
pellejo. Para ello es necesario acabar con el contrario de
la forma más rápida posible y regresar sano y salvo a casa.
En las misiones peligrosas, los ejércitos envían a sus
mejores hombres al campo de la batalla. Lo peor que puede
pasar es que, alguno de los contendientes carezcan de esos
hombres altamente cualificados para las estas misiones.
Entonces es una guerra que prácticamente está decidida desde
el momento que intervienen los fuerzas de elite. Es una
batalla desigual, entre el enfrentamiento de unos con
tirachinas y los otros con el más sofisticado de los
armamentos. El encuentro entre estas dos fuerzas, una con
tirachinas y la otra con el mejor de los armamentos, sería
una guerra contada con toda la gracia del mundo, por ese
inimitable genio del humor ya fallecido, Miguel Gila. Sería
algo así como su guerra del 14.
Por supuesto al ejército con los mejores armamentos, no le
haría falta nada más que enviar a esa guerra a uno de sus
hombres de elite para acabar con la misma. Y si fuese
necesario, cosa que no creemos, enviaría a otro de sus
hombres, con lo cual la guerra se acabaría en un abrir y
cerrar de ojos.
Cuando se carecen de armas suficientes y de personal
preparado para emprender una batalla, lo mejor es no
empezarla y, con ello, evitar una derrota que estaría mas
cantada que “macarena”.
Nunca me han gustado las guerras. De la misma manera que si
hay que ir a ellas se va. Jamás se escribió nada de ningún
cobarde y, a estas alturas de mi vida, estoy curtido en
múltiples batallas, habiéndome enfrentado a ejércitos muy
poderosos, con grandes armamentos, pero con personajillos
sin estar preparados para una gran batalla. Y hasta ahora,
puedo decirlo, siempre he ganado esas batallas. Así que si
hay que ir a ellas, no tendremos problema alguno en estar en
el campo de batalla, aportando nuestra ayuda a los
compañeros que se encuentren en el mismo.
Insisto no me gustan la guerras, peor si hay que ir a ellas,
voy con todas sus consecuencias, y teniendo en el
pensamiento que sólo hay dos opciones vencer o ser vencido.
Y la verdad, sea dicha de paso, a esa guerra a la que no me
gustaría ir, el enemigo que me voy a encontrar, sólo tiene
un tirachinas y del malo. Vamos que tiene hasta rotas una de
las gomas, que en esa situación no deja salir la piedra nada
más que hasta la altura de los pies del tirador.
En fin, como nunca se sabe qué puede pasar. Engraso el
fusil, por cierto último grito de la técnica de este arma, o
cargo y lo dejo a mano, presto a utilizarlo en cuanto se dé
la orden de atacar.
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