Parece que Felipe Escane comienza a sentir el miedo y la
presión por esa montaña rusa que es la urgencia y por esos
talones sin fondo que son las promesas de principios de
temporada (“este año jugaremos la fase de ascenso”.
Sólo así se puede explicar que esté cometiendo tantos
errores y tan seguidos.
Por un lado, regala entradas mediante un convenio fantasma
del que nadie sabe, utilizando fondos públicos para
beneficiar, en exclusiva, a una empresa privada, faltando
gravemente al respeto a los abonados, que tuvieron que pagar
una considerable cantidad de dinero el pasado verano para
ver a su equipo en el Murube.
Por otro, con sus decisiones, Escane y sus directivos se
están encargando de crear un entorno turbulento alrededor
del equipo, con reuniones y más reuniones, que sólo conducen
a la confusión, y de ahí no te saca ni Pelé ni cesar a
cuatro entrenadores en tres meses.
La realidad es que nunca han creído en Quintero y como en el
fútbol nadie tiene la razón todo el tiempo, sólo han tenido
que armarse de paciencia y, cuando los resultados no han
sido los esperados, tirarle a matar. Disparar a cadáveres es
un deporte fácil y ruin.
Por cierto, ¿donde está José Enrique Díaz?, ¿por qué no da
la cara en los momentos difíciles?, ¿dimitirá si la
directiva cesa a Quintero o es uno de los interesados en
cundir que el ‘mister’ no está capacitado? ¿lo veremos
pronto sentado en el banquillo del Murube? Se aceptan
apuestas.
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