El ministro marroquí de Interior,
Chakib Benmussa, fue el pasado miércoles 28 taxativo: según
confirmaciones de sus servicios y en función de los datos
obrantes en su poder, “el peligro terrorista sigue
amenazando nuestro país de manera directa”, lo que habría
llevado a finales de octubre al Primer Ministro, Abbas El
Fassi, a poner un marcha un operativo tendente a “reforzar
las capacidades operacionales de los servicios de
seguridad”. La amenaza del terrorismo islamista, siempre
latente, que hunde sus raíces ideológicas en el “salafismo
yihadista” se masca en el ambiente, lo que parece estar
llevando al Parlamento en Rabat a estudiar un fuerte aumento
en el monto destinado al sector de la seguridad
tradicionalmente repartido entre los ministerios de Interior
y de Defensa, cuyo gasto podría alcanzar para el próximo
ejercicio de 2008 unos 4.150 millones de euros, absorbiendo
más del 28% (quédese con la cifra el lector y saque las
oportunas conclusiones) de los presupuestos del Reino de
Marruecos; el Sáhara (las anexionadas Provincias del Sur) se
llevan al menos un 12%. Magra partida queda para lo demás…
Paralelamente y frente a ciertas críticas, un crecido
Benmussa enfatizaba la lucha de los servicios de seguridad
bajo su mando contra las “células extremistas” en el marco
al respeto a las normas jurídicas y procesales, “careciendo
de todo fundamento” cualquier duda al respecto añadiendo que
“el procedimiento de instrucción se efectúa en el marco de
la ley antiterrorista”. Detalle del que nos congratulamos y
no solo por criterios estéticos (digo bien) y morales, que
también; es pura cuestión de eficacia pues en la lucha
antiterrorista debe golpearse con la fuerza muy medida,
sajándose con bisturí de cirujano y evitando, en lo posible,
daños colaterales hábilmente utilizados más tarde por el
entorno de agitación y mediático del terrorismo, dato
siempre a considerar.
En el caso que nos ocupa (el terrorismo de matriz islamista)
el problema se complica, pues es relativamente fácil en
determinados ambientes utilizar, sacados de su contexto,
textos sacralizados como oportuna cobertura para la acción
terrorista y al Corán me remito. Por lo demás -y de ello
deberían tomar muy buena nota el ministro Benmusa y los
suyos- en el entorno del ministerio de Interior marroquí y
servicios anexos deberían reflexionar sobre dos datos nada
banales, el primero relacionado con la red de redes: según
datos oficiales del portal ‘Google’, los internautas
marroquíes habrían basculado el último año en sus búsquedas
de la palabra “sexo” al término “yihad” y, hasta donde sé,
no precisamente en el sentido de “esfuerzo”… Por otro parte
-sería interesante conocer el análisis de sidi Benmoussa-
las obscenas, inoportunas e históricamente disparatadas
palabras del Primer Ministro ‘istiqlalí’ Abbas El Fassi,
después de la visita de Don Juan Carlos y Doña Sofía,
comparando Ceuta y Melilla ¡con Palestina! han puesto en la
roja diana ambas ciudades españolas, dando amparo y hasta
justificación indirecta a futuros previsibles ataques
terroristas del ‘holding’ de Al-Qaïda o sus satélites. Eso,
además de inaceptable, es gravísimo. Alguien ha pasado la
línea roja y, en su momento, tendrá que responder por ello.
¿No le parece, señor ministro?.
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