Manuel Montero, siempre
atento a procurarnos la mejor información relacionada con la
Asociación Deportiva Ceuta, nos dice que Diego Quintero
podría ser destituido si el equipo no gana en Jaén. Y luego
expone varias causas por las cuales el entrenador lleva ya
varias semanas con el despido en los talones.
Los quieren condenar porque el equipo no gana fuera de casa,
porque en el vestuario reina el desorden, porque el
rendimiento de los jugadores ha ido de más a menos, y sobre
todo porque el Algeciras, un conjunto hundido en la miseria
deportiva y económica, empató en el Murube y bien pudo
obtener la victoria. Y, por último, vienen a decir los
directivos que el entrenador cambia de sistema como de
calzoncillos y que está desacertado en los cambios.
Los directivos de la ADC, por lo que estamos conociendo,
están acuciados por las prisas. Las que no tuvieron la
temporada pasada. Hasta el punto de que renovaron al
entrenador, Carlos Orúe, tras haber realizado una campaña
mediocre, con un juego mediocre, y declaraciones en las que
no se sabía si el hombre padecía de bostezo crónico o de
tristeza congénita.
Cuando Carlos Orúe pidió el fichaje de un director técnico
para eludir responsabilidades en las contrataciones de
jugadores, le dije a un directivo que era un despilfarro
económico. Máxime cuando estaban dispuestos a recortar
gastos innecesarios. Incluso le apunté el nombre de la
persona que podría ser eficaz en esa labor. Pero él me
respondió que ya habían decidido hacerse con los servicios
José Enrique Díaz. Y le auguré discordias entre éste
y Orúe. Por supuesto, razonando mi comentario. Poco tiempo
después, sucedió lo previsto y el entrenador jerezano se
marchaba porque no se fiaba lo más mínimo del comportamiento
del director técnico.
Diego Quintero fue contratado gracias a que José Enrique
apostó por él. Y en vista de sus enormes deseos de no ser
siempre un segundón en los banquillos, DQ no se dio cuenta
de que esa mano tendida era la misma que estaba ya
predispuesta a cortarle la cabeza en cuanto alguien pusiera
en duda la bondad de la plantilla que había confeccionado. Y
ante las primeras decepciones, por más que el equipo esté a
tan solo dos puntos de los puestos que otorgan derecho a
premio, el director técnico no ha dudado en cundir que el
entrenador no está capacitado para sacarle el rendimiento
esperado a los muchos y buenos jugadores contratados por él.
El director técnico es conocido no sólo por sus
conocimientos futbolísticos, sino también por la enorme
habilidad con la que suele moverse en los despachos. Y no
está dispuesto, bajo ningún concepto, a que nadie ponga en
duda su gestión en los fichajes. Por consiguiente, en cuanto
los resultados no han sido los deseados, no cabe la menor
duda de que se ha dedicado a servir de paño de lágrimas de
los jugadores descontentos con Quintero y se ha puesto de
parte de los directivos que desconfían de los conocimientos
del hombre del banquillo.
Así es complicado trabajar. Por lo que Quintero lo tiene muy
difícil. Bien haría, pues, el director técnico en abandonar
una forma de actuar que es dañina para el equipo y para el
compañero a quien recomendó, posiblemente, con la boca chica
y pensando en la siguiente jugada. Acreditada tiene
experiencia en tal menester.
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