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OPINIÓN - JUEVES, 29 DE NOVIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / EL MAESTRO

Absentismo escolar, penalizado

Por Andrés Gómez Fernández


En lo que se recoge del pasado curso escolar, en tres lugares de nuestro país, se han condenado a unas familias por consentir que sus hijos faltaran al colegio. Las condenas, en los tres casos, oscilan entre 3-6 meses de cárcel.

En el primero de los casos, Santander, se le ha aplicado a la familia realizar trabajos en beneficio de la comunidad cinco horas al día, durante tres meses, y pagar las costas de juicio. En esto se traduce la condena tres meses de cárcel que el Juzgado ha impuesto a los padres de tres niños, por permitir que estos se ausentaron del Colegio “sin ninguna excusa válida”. Sólo pudieron “justificar” la falta a clase de una hija mayor porque “tenía que cuidar a un hermano pequeño”. Los dos hermanos restantes faltaron un 80% de las clases. La magistrada consideró que los padres cometieron un delito de abandono de familia, al impedir la educación de los tres hijos en edad de escolarización obligatoria, “sin ninguna justificación, según recogía el fallo judicial”.

El segundo caso se produjo en Córdoba, y el Ministerio Público solicitó una pena de cuatro meses de cárcel para cada uno de los padres de una menor por no mandar a su hija al colegio, e incluso por no haberla inscrito en ningún centro, a pesar de que la niña no superaba la edad estipulada de escolarización obligatoria. En su escrito de acusación, el Fiscal apunta a que la pareja es responsable de “un delito de abandono de menores en relación con el deber de educar y proporcionar una formación integral, in situ en la patria potestad”. En su último escrito de acusación, el Fiscal explica que los padres de la menor “adoptaron una actitud de total pasividad y despreocupación resultando infructuosas cuantas gestiones se realizaron desde diferentes instancias con competencias educativas y Sociales”.

El tercer caso se registró en el pueblo de Bujalance (Córdoba), donde el Fiscal solicitó la pena de seis meses de prisión para un matrimonio acusado de un presunto delito de abandono de menores por no llevar a sus cuatros hijos al colegio. La Fiscalía pretendió con esta actitud “perseguir a los padres que no cumplen sus funciones que, legalmente son más que proporcionales una alimentación a los mismos”.

Conviene tener en cuenta que antes de llegar a la imputación penal de los padres, se intenta actuar a distintos niveles para solucionar el problema. Los primeros en actuar son los centros educativos que, cuando no consiguen solventar la situación, tramitan el caso a los equipos técnicos de absentismo, organismos que pertenecen a la Delegación de Educación. Al mismo tiempo intervienen también los organismos de los Servicios Sociales.

En síntesis, estos son los casos que la prensa ha dado mayor publicidad, pero, en realidad, son muchos más, por ejemplo: el curso pasado, en Córdoba, se dieron más de diez casos, de los que algunos de ellos fueron archivados; en Cádiz, veinte familias fueron castigados porque consentían el absentismo escolar grave de sus hijos.

El colectivo más afectado por el absentismo escolar es de la etnia gitana, pues el 52% de las faltas habituales está protagonizado por gitanos. Pero a nuestra escuela se le presenta nuevos retos, ante más 600.000 alumnos extranjeros en niveles no universitarios representando esta circunstancia un auténtico desafío, que se debe velar por la integración sin devaluar la calidad.

En gran parte de los centros son mayoría. En cantidades absolutas la Comunidad de Madrid y Cataluña encabezan la lista de población escolar inmigrante, con más de 100.000. Por sus dimensiones la red pública acoge un mayor número de inmigrantes, incrementándose los colegios concertados. Se dice, por parte de la Administración, que lo primero que debemos hacer con estos alumnos y sus familias es mentalizarlas de que tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones que los españoles.

Con esta situación es probable que el absentismo escolar aumente, y que no se pueda controlar. Un alto cargo del Ministerio comenta: “En la ESO, las dificultades son mayores y hay que hacer un esfuerzo para los alumnos inmigrantes, que son nuestra sociedad, se sientan a gusto y no acudan a clase, ante la llamada de las bandas que se mueven por los aledaños de los institutos”.
 

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