Hace unos pocos años ya, desapareció de la escena política
de Ceuta uno de los mayores aprovechados que esta tierra ha
conocido, y es hasta posible que no vuelva a aparecer un
espécimen de este perfil. Desapareció de la política porque
los ciudadanos acabaron hartos de su caradura, de su
incapacidad, de su poca vergüenza y de su afán por conseguir
lo imposible a costa de lo que fuera. Criado en el mercadeo
de un bazar, aplicó a su actividad política los mismos
criterios que aprendió detrás del mostrador: meterte la
bacalada, vendiéndote una porquería a precio de oro, y
mientras el estafado se iba, él se mofaba del pobre tonto al
que una vez más había engañado. Una joya de persona y de
político.
En lo personal y en lo público, cosas que él jamás
distinguió, el maltrato a sus semejantes, el engaño
patológico, el fraude a lo prometido y un atroz egoísmo, han
sido su norte y guía, y como un cosaco vestido de
lagarterana soñó alguna vez con que los ceutíes le eligiesen
como líder de todos, y veíase él con el bastón, con el
collar, al lado de ministros y de obispos, con su cara de
gilipollas. Lástima que nada de eso le saliera bien, él que
tan felices se las prometía, teniendo que volver a su
auténtica condición de vulgar, vulgarísimo hasta el
hartazgo.
Pero no perdió el tiempo el señorito, que mientras estuvo en
la cosa pública los maletines iban y venían, entre agua y
basura, corriendo por las losetas y demás aventuras. ¡Qué
maletines más listos!, siempre de charco en charco, de
contenedor en contenedor y de loseta en loseta, que para
algo han servido al ligero de bragueta.
Ya fuera de la política, ¡cuánto la echa de menos!, se
dedica ahora el achicharrado a pretender extorsionar a las
personas que ocupan responsabilidades públicas, aquellas que
no le hacen caso a él, que no le hacen reverencias, que no
se prestan a sus manejos e intereses, y cree que puede
hacerlo porque maneja cuatro hojas de papel
extraordinariamente mal escritas. ¡Ay, Virgen del Carmen!,
¿para que te metes en estos berenjenales?. Si supieras lo
golfo que ha sido y es tu jefe, no se te ocurriría escribir
una ristra de ininteligibles estupideces, que es para lo que
él te ha dejado, que también es una forma de maltrato, a ti,
a una profesional.
¡Qué pena que tú no estuvieses en Ceuta cuando ese bicho
mandaba!, porque a buen seguro le hubieses puesto a caldo,
pero no de oídas, sino porque era tan burdo que se notaba
desde lejos lo mangante que era. Pero, que le vamos a hacer,
trabajas para él. El es tu amo.
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