Hay motivos”. Como advertía estos
días la política y ex europarlamentaria vasca después de
manifestarse, el sábado, por las calles de la capital de
España codo a codo con la AVT (Asociación de Víctimas del
Terrorismo) “Reivindicando la unidad y el pacto de Estado
para derrotar a ETA (…), porque no todos quieren la derrota
de ETA; porque hay quien espere que se den las condiciones
para volver a dialogar”. Y por muchas razones más; contra la
neoideología “guerra civilista”; por la recuperación de
muchas competencias transferidas que nunca debían haber
salido de las áreas de responsabilidad del Estado; y porque,
al día de hoy, ¡no todos los españoles somos ya iguales ante
la ley!. La carismática ex dirigente socialista, portavoz
(junto al filósofo Savater, el escritor Alvaro Pombo y cinco
mil ciudadanos más. Todos a una, como Fuenteovejuna) de la
nueva formación política UPyD (Unión, Progreso y
Democracia), no se cansa de repetir que el nuevo partido,
cuya entrada en liza ha sido una bocanada de aire fresco en
las corruptas miasmas del contubernio sociopolítico y
mediático imperante en España, nace “con vocación de
quedarse”, “defender lo que nos une” y “regenerar la
democracia”.
Naturalmente, ha llovido tiempo y no estamos todos, Rosa
Díez no se acordará pero años ha compartimos palabras e
ilusiones al lado de un común amigo, judío, vasco, español,
político socialista con solera y estilo (además de un
excelente “gourmet”) asesinado -¡como tantos otros!- por la
banda mafiosa y terrorista ETA: Fernando Múgica Herzog. ¡Que
la tierra te sea leve, Fernando!. Hoy jueves, cuando Rosa
bese este entrañable trozo de tierra española en África para
acercarse, junto a Julián y el resto de la junta directiva
de UPyD en Ceuta, al Palacio de la Asamblea donde impartirá
su conferencia, lamentaré profundamente -la distancia se
impone- no poder acercarme a darle un fuerte y solidario
abrazo aunque, como el lector advertirá, tampoco hará mucha
falta porque estas apretadas líneas encierran tanto mi
afecto personal como mi profunda sintonía política con los
principios que Rosa Díez y el resto de su pequeña, pero
ilusionada y aguerrida hueste, representan. La simiente está
echada y ahora solo hay que, sol a sol, con cierzo o lluvia,
laborar la tierra a lo largo y ancho de la vieja piel de
toro en pos de una merecida cosecha. Estoy seguro de que,
nacionalismos excluyentes a un lado, hay un importante
yacimiento de votos en la multitud de ciudadanos
insatisfechos con el ramplón y acomodaticio bipartidismo
imperante, su pactismo entre timbales, sus corruptelas, amén
de una importante masa de corriente crítica deseosa de otras
opciones políticas, ancladas en planteamientos rompedores y
novedosos, aconfesionales, con visión de altura y firme
criterio de Estado como los que Rosa Díez y UPyD
representan.
Hasta la fecha he presumido -y a los hechos me remito- de
independencia política. Pero soy persona clara y, como
decimos en aviación, “de frente y por derecho”. Mi desprecio
para los pesebreros, oportunistas, “submarinos” mediáticos y
demás ralea. Nunca me he ocultado y, a estas alturas de la
vida, tampoco pienso hacerlo. Con lo que está cayendo… hay
que mojarse. Yo apuesto por Rosa Díez y el proyecto de UPyD.
Del tirón.
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