Finalmente ya puede decirse por
fin que las ciudades de Cádiz y Ceuta se han hermanado. La
fecha de ayer quedará fijada para la historia al ser el día
en que quedó sellado y refrendado el hermanamiento iniciado
en Ceuta el pasado 11 de marzo de este mismo año.
Las razones que casi obligaban, por sentmiento, a tal acto
de fraternalidad, son innumerables. No ya por la histórica
relación provincial en la que los más veteranos de ambas
ciudades recuerdan aquella organización territorial del
estado en que Ceuta formaba parte de la provincia gaditana.
No ya por disponer del mismo prefijo telefónico, sino por
los lazos permanentes e históricos en los que ambas ciudades
han logrado acortar ese mar que les separa. Dos ciudades
marineras, similares en formas y maneras, en dejes y
expresiones que muestran a las claras la cercanía tan clara
de estas dos urbes coquetas, de impresionante luz y de
murallas impenetrables para las hordas moras o francesas.
Si las gaditanas se hacían tirabuzones con las bombas de los
fanfarrones napoleónicos, las ceutíes usaban los proyectiles
moros de sujeta velas
Del mismo modo que Cádiz ofreció su resistencia y su
Constitución frente a Napoleón, Ceuta tuvo a su Jacinto Ruiz
de Mendoza, quien se sublevó en Madrid junto a Daóiz y
Velarde, y acogió en su tierra, su tierra española, a
Agustina de Aragón, la heroína de aquél tiempo tremendo de
nuestra historia.
De la calle Real a la calle Ancha, de la Plaza de Africa a
la Plaza de San Antonio, de Puerta Tierra a las Puertas del
Campo. Ayer se cumplió un enlace natural de sentimientos y
reivindicación, la ceuta gaditana y la Cádiz ceutí se
fundieron en un abrazo sincero que institucionalizará por
siempre el hermanamiento oficial que quedará sellado negro
sobre blanco sobre un hecho que siempre se dio, es decir,
los fraternales lazos que históricamente han unido a los
ceutíes de Cádiz y a los gaditanos de Ceuta.
|