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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 28 DE NOVIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Congelado

Por Quim Sarriá


Mientras el “gorila” Chávez propaga que congela sus relaciones con España, a saber qué entiende por congelar, yo me quedo congelado al descubrir que me han abierto el coche y sustraído buena parte del contenido que estaba dentro. Mala zona es la Avenida Martínez Catena en las dos aceras frente a la fachada del C. N. Caballa. Parece la zona predilecta de los cacos. ¿Vigilancia?, casi nunca hay vigilancia si exceptuamos cuando vinieron los Reyes. Es la segunda vez que sufro incidentes contra coches. La primera: birlaron la estrella del capó trasero del Mercedes dando un golpe a la plancha y arrancándola de cuajo; arrancaron los embellecedores laterales del coche de mi mujer, un Golf, y se llevaron los faros antinieblas. Ahora eso.

Por supuesto que presenté denuncia en la Comisaría de Colón, donde me atendieron exquisitamente… pero la policía científica no me dio muchas esperanzas de recuperar lo sustraído. A la buena de Dios tal vez encuentren algún objeto y me lo devuelvan. Es como si esperara a que me tocaran los euromillones.

Volviendo a lo de Chávez, creo que ese tío se pasa un montón. Pedirle al Rey que se disculpe públicamente para así aprovechar el tirón del acto y proseguir su campaña de supuesta supremacía… es de choteo gratuito. Ya empieza, como comentaba en anteriores artículos, a perder la chaveta (por algo se sustenta con Chávez) y abre nuevos frentes no deseados en un continente de frecuentes escaramuzas políticas. Ahora está el rifirafe con los colombianos. Pretender mediar en asuntos internos de un país ajeno se llama injerencia extrema. Mucho despotrica el “gorila” Chávez contra los estadounidenses por sus frecuentes injerencias y/o invasiones de países extranjeros y no se da cuenta que él mismo lleva idéntico camino con sus actuaciones fuera de las fronteras de Venezuela.

Regresando al tema del robo en mi coche, con el que pretendía acudir al campo “Alfonso Murube” para presenciar el Ceuta-Algeciras y que, dicho sea de paso, resultó ser un partido totalmente deslucido ante la falta de ideas del conjunto caballa y el mal planteamiento táctico de su entrenador sobre el terreno, pone de manifiesta la auténtica falta de seguridad en la Ciudad. No es que me hayan robado a mí, al fin y al cabo es la primera vez en cuarenta y tres años que me roban, sino que eso es cosa frecuente aquí. Ya se que me dirán que como es una ciudad pequeña se notan más esas cosas… proporcionalmente escribo.

Tantos “muertos de hambre”, en todos los sentidos, como existen en la ciudad y nula o escasa presencia de policía de proximidad conllevan estas cosas. No voy a escribir una crítica a ningún Cuerpo de Seguridad, además de que resulta imposible poner un policía a vigilar cada rincón de la calle de manera permanente… pero se puede controlar a esos “muertos de hambre” de una manera más eficaz: o darles trabajo o mandarlos allende las fronteras. Sobre todo a los “niños de la calle” que hacen sus trabajos bajo la tutela del “padrino” de turno.

Continuando con el tema de coches, poco ha faltado para que una jovenzuela conduciendo uno de esos minis nuevos me “planchara” los pies en pleno paso de peatones de la Marina, el más transitado, al no respetar la cesión del paso. Un pelín más y me quedo sin dedos, con lo que el podólogo tendría menos trabajo. Mucho incivismo en esa acción… y dicen que las mujeres conducen mejor que los hombres, con más prudencia… ¡je!, prudencia tendrán pero respeto: ninguno.

En fin que el día ha salido como ha salido, ni bueno ni malo, de un pasotismo temporal de no te menees con la novedad, a última hora de la tarde, de una pareja de indios, que se han fugado de su reserva de Wiscosin (un suponer), se han plantado en la plaza de la Constitución con un pie en el Revellín, dejando con el culo al aire a Chávez por cuanto no se callan con su música y canciones… ni nadie les manda callar. Esta vez el iluso presidente venezolano se ha pasado de la raya. A los españoles nos encantan escuchar relatos indios y nos deleita su sonora música, con la salvedad de que las canciones que entona el líder bolivariano, que también es un indio a fin de cuentas, son dignas de un huésped de esas salas de curación mentales.
 

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