El Papa Pio XI, en su encíclica
Divini Redemptoris, acusaba al comunismo de haber causado la
muerte de varios obispos y millares de sacerdotes y seglares
católicos en España en una “lucha contra todo lo que es
divino”. El 1 de Julio de 1937 se publicó la Carta Colectiva
firmada por 43 obispos y vicarios capitulares ( se negaron a
firmarla el cardenal Vidal y Barraquer, quizá por miedo a
que pudiera perjudicar la situación de la iglesia catalana y
monseñor Mújica) En ella se decía que “la Iglesia no ha
querido esta guerra ni la buscó” y en otro párrafo “Esta es
la posición del episcopado español frente al hecho de la
guerra actual: se la vejó y persiguió ( a la iglesia) antes
de que estallara; ha sido víctima principal de la furia de
una de las partes contendientes ( la republicana). Las
tropas nacionales fusilaron en Guipúzcoa a unos 16 o 18
eclesiásticos por cuestiones políticas, Gomá se quejó ante
Franco y este ordenó cortar tales prácticas inmediatamente,
como así fue. Las víctimas de la barbarie roja ascendieron a
más de 6,000 religiosos cruelmente torturados y asesinados.
El balance es esclarecedor.
Es por ello que no puedo menos que mostrar asombro, un
asombro matizado, por las recientes declaraciones de
monseñor Ricardo Blázquez, Presidente actual de la
Conferencia Episcopal; cuando reconoce culpas de la Iglesia
en la Guerra Civil y sostiene que se tiene que pedir perdón.
Si dijera que me causa extrañeza mentiría, porque es
patrimonio de los obispos vascos esta querencia hacia el
nacionalismo (algo parecido les ocurre a los prelados
catalanes) que, en ocasiones, les hace enfrentarse a sus
obligaciones pastorales, como católicos, a sus instintos
separatistas y, no siempre, salen vencedoras las primeras.
Por otra parte, los antecedentes de este clérigo no son
precisamente para esperar otra cosa de él. Así vemos que ya
se manifestó opuesto a la Ley de Partidos, participando en
la nota pastoral que se redactó contra ella rechazando la
ilegalización de Batasuna ( 2002). Hay que decir que esta
sigue siendo la posición de los prelados vascos sobre el
terrorismo. Choca, por supuesto, esta actitud cantonalista
en representantes oficiales de la Iglesia, cuando siempre se
ha hablado de “universalidad”; de espiritualidad sobre el
materialismo; de lo “que corresponde al César para el César
y lo que corresponde a Dios para Dios”; del camino del
católico amando a sus hermanos y con la vista puesta en la
salvación eterna. Es difícil casar este cometido pastoral
con la defensa encubierta de Setién del nacionalismo
excluyente, nazi, de los vascos; la poco enérgica condena de
los atentados cometidos por ETA y, sin embargo, la dureza de
estos obispos en sus relaciones con los poderes civiles,
cuando estos han acosado a la ETA. Por supuesto que ahora no
tienen demasiados motivos para estar preocupados dado el
trato excelente que están recibiendo los defensores de la
Patria Vasca por el Gobierno del señor ZP. ¡Estarían locos
si se quejaran!
No dudo, mejor dicho, sé positivamente que la prensa adicta
a los socialistas, con La Vanguardia a la cabeza, se ha
apresurado a tergiversar lo que verdaderamente quiso decir
monseñor Blázquez, que puntualizó que se refería a algunas
actuaciones o hechos concretos que se produjeron en la
contienda y no generalizó; antes bien, manifestó con toda
contundencia que veía algo fuera de lógica resucitar, como
quieren hacer los socialistas y comunistas, las viejas
heridas de la pasada contienda. Pero, en una persona que
ostenta tan alto cargo dentro de la Iglesia española, que
actúa como portavoz de la Conferencia Episcopal, no se puede
aceptar que tenga un desliz semejante, que les proporcione
munición a aquellos que, precisamente, han puesto su empeño
principal en atacar a los católicos; promover una enseñanza
laicizante y amoral; inculcar a la juventud teorías
políticas trasnochadas por medio de panfletos inmorales y
contrarios a toda ética, como la Educación para la
Ciudadanía ( opera prima de la señora Cabrera, ministra de
Educación y descendiente directa de don Joaquín Calvo Sotelo,
representante de la derecha vilmente asesinado por los
secuaces de Prieto), infringiendo con ello la propia
Constitución de 1978. Sabemos, positivamente, que la mayoría
de los obispos españoles no comulgan (perdón por la
expresión) con estos pensamientos de su Presidente, pero
esto no impide que, con sus declaraciones haya dado un
espaldarazo a todos aquellos que piensan que el malo de la
película fue el bando nacional y que las ursulinas descalzas
fueron los republicanos. Los mártires que recién han sido
canonizados, le debieran recordar al señor obispo de Bilbao,
quiénes eran los obligados a pedir perdón y quienes los que
tenían derecho a pedirlo.
“No se puede servir, a la vez, a dos señores” son palabras
del evangelio. Por desgracia parece que hay un sector, en la
jerarquía de la iglesia, especialmente en el País Vasco y
Catalunya, que no parece que esté por la labor de aceptar
este precepto, que procede del mismo Señor. Si empezamos por
la FERE que no ha tenido empacho en hacer suya la Enseñanza
para la Ciudadanía, a pesar de promover doctrinas que no
concuerdan con lo predicado por la Iglesia (veamos, por
ejemplo, lo relativo al tema sexual) a cambio de la
financiación concertada con el Estado; siguiendo por todos
los editoriales, algunos de ellos manejados por
organizaciones religiosas, que no han tenido empacho en
publicar el repugnante folleto y concluyendo por todos
aquellos frailes, que anteponen sus ideas separatistas y
excluyentes a sus deberes católicos de amor al prójimo y
solidaridad con sus hermanos del resto de España. Mala
jugada les están haciendo a aquellos cientos de miles de
españoles que lucharon en la guerra precisamente para que
España continuara siendo católica y en contra del comunismo
materialista especialmente anatemizado por los Papas de
Roma.
Sería muy interesante saber lo que opinan de estos clérigos
“separatistas” en las altas esferas de la Curia Romana y, en
especial, lo que piensan que es lo “católicamente correcto”
de todas estas inopinadas y extemporáneas declaraciones de
algunos de sus Pastores, que van, sin ninguna duda,
destinadas a favorecer a quienes más se han destacado por su
irreligiosidad y, en especial, por su odio, falta de respeto
y ataques a los católicos, como se puede comprobar cada día
en la radio, la prensa y la TV.
Lo de siempre, lo que viene caracterizando a muchos
religiosos, si es que puede llamárseles así que, por fuera,
lucen hábitos pero, por dentro, son acomodaticios siervos de
su propia conveniencia. Vaya, ¡de los que muerden la mano
que les da de comer!
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