Al final no pudo ser y pese a la
“distinguida calidad” del dossier presentado por la vecina
ciudad de Tánger, al Oeste del Estrecho, fue la ciudad
coreana de Yeosu la que en una segunda ronda (eliminada la
candidatura polaca de Wroclaw) se impuso, por 77 votos
contra 63, a la norteña ciudad marroquí; por tan solo
catorce votos Tánger quedó en la cuneta en su legítima
pretensión de representar, en nombre del Reino de Marruecos,
la dimensión africana de la Expo 2012. No obstante y como
señala el portavoz del gobierno, Jalid Naciri, Marruecos
obtuvo al menos con la presentación de la candidatura
tangerina ante la Oficina Internacional de Exposiciones
(OIE), con sede en París, “un posicionamiento internacional
de Marruecos que es totalmente excepcional, así como la
aparición del Reino como un país que cuenta”. Ciertamente.
Tánger sigue ahí, con su acelerado ritmo de desarrollo y
encarando con optimismo el futuro, como recordaba la noche
del lunes el Rey Mohamed VI en una llamada telefónica a
Mohamed Hasad, presidente del Comité de la Candidatura
tangerina: “Tánger, ciudad universal y multicultural, más
allá de este acontecimiento coyuntural que constituye la
exposición internacional 2012, continuará con su ritmo de
desarrollo apoyado para confortar su vocación de polo
regional de crecimiento turístico e industrial”.
Paralelamente, en un seminario celebrado estos días en Rabat
sobre “La cooperación Marruecos-OTAN al servicio de la paz y
estabilidad en el Mediterráneo” el secretario general
delegado de esta organización, el italiano Claudio
Bisogniero, declaraba ayer mismo como “Desde que la OTAN se
abrió a los países de la cuenca mediterránea, Marruecos es
uno de los socios más activos de la alianza en la región”,
amables palabras que eran contestadas en el mismo tono por
el secretario general del ministerio marroquí de Asuntos
Exteriores, Omar Hilal, quien volvió a reiterar la buena
disposición de su país para continuar con la OTAN una
relación basada en la “concertación, la comprensión y el
respeto mutuo”, en una “cooperación honesta, ampliada y útil
para todos”.
No hace falta recordarle al lector que, también España, es
otro socio activo de la OTAN y que tanto las Fuerzas Armadas
españolas como marroquíes encaran, periódicamente, manobras
conjuntas. Bien están y bienvenidas sean las declaraciones
de intenciones pero España es, también, Ceuta, Melilla y las
Canarias, realidades geohistóricas de las que presumo es
bien consciente Rabat, aunque en ocasiones salgan a la
palestra viejas reivindicaciones entiendo, sobre todo, cara
a la galería y por interesada necesidad del guión. Como en
las películas.
Lo que el Reino de Marruecos no puede seguir haciendo es,
valga el símil, tocar las campanas y estar en la procesión,
porque si es un “socio activo” de la OTAN lo es para todo… y
para todos; Marruecos no puede ser el enemigo de España. Eso
ya ha pasado al baúl de los recuerdos y, en las complicadas
relaciones bilaterales entre ambos países que tanta historia
han compartido (cosas de vecinos) ya no hay marcha atrás. Sé
que ahí está la fricción greco-turca pero, ciertamente,
también está el ejemplo del eje franco-alemán.
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