Felipe Escane y Antonio
García Gaona son directivos de la Asociación Deportiva
Ceuta. El primero es presidente del club. Lo digo por si
todavía hay personas que desconozcan el hecho. El segundo,
no sé el cargo que ostenta. Aunque me consta que manda tela.
Si bien procura por todos los medios mostrarse cauteloso en
cuanto hace y dice. Una manera de comportarse merecedora de
elogios.
A los dos, es decir, a Escane y García Gaona, los tengo yo
en gran consideración. Con Antonio suelo hablar más. Tal vez
porque nuestras relaciones datan de muy atrás. Aunque de
Felipe sólo me cabe decir que nunca ha tenido el menor
inconveniente en charlar conmigo y mostrarse lo educado que
es habitual en él.
Los dos, como miembros destacados de la directiva de la
Asociación Deportiva Ceuta, deben entender, cuanto antes,
que el pasado de la entidad no puede ser borrado de un
plumazo. Máxime cuando ese pasado, aún reciente, está
repleto de éxitos. Y mucho menos tratar de menoscabar la
labor de quien fuera presidente durantes esos años de
triunfos
La personalidad de ambos directivos, o sea la del presidente
y la de quien cuenta con vía libre para conversar de fútbol
con otro presidente, el de la Ciudad, está más que
reconocida. Y, desde luego, ambos disfrutan de una posición
social estupenda y, por tanto, no necesitan de tales cargos
para beneficio propio. Quede claro el asunto.
Por tal motivo, me cuesta trabajo entender que hayan
permitido ese acuerdo con Rafa Montero para que éste
se convierta en un revendedor de entradas muy singular. Un
convenio del cual omitiré las explicaciones por haber sido
dadas ya por otras personas en este medio.
Es verdad que en la directiva hay otras voces con derecho a
opinar. Y algunas de ellas no disimulan la inquina que le
profesan al editor de este periódico. De entre ellas
conviene destacar a quien maneja la contabilidad del club y
al mismo tiempo las correspondientes a las empresas de
Montero. Un contable reputado, sin duda, que hace las veces
de locutor deportivo. Y que se distingue, amén de por sus
grandes conocimientos futbolísticos, por tener una voz
aterciopelada y cautivadora. No creo, pues, que se pueda
quejar Armando Fernández de mis lisonjas.
Ahora bien, el más que conocido mal bajío de AF volvió
también a manifestarse: fue anunciar el chanchullo de las
entradas y el cielo se llenó de protestas y la bronca dio
paso a un diluvio. Con lo cual el partido hubo de
suspenderse. Y todo por una mala acción propiciada por la
envidia: esa pasión tan maligna que le causa la figura de
José Antonio Muñoz. Y, encima, a modo de castigo, llega
el Algeciras, un conjunto hundido en la miseria, y deja el
proyecto futbolístico, de momento, con el trasero al aire.
En realidad, nada me sorprende que el tal Fernández
concibiera la idea de las reventas de entradas. Puesto que
él está en su perfecto derecho de defender los intereses de
su querido jefe. Lo que sí me da mala espina es que su
propuesta fuera aceptada por Escane y García Gaona, así como
así. Y, mucho menos, cuando el lunes pude presenciar el
partido de marras por la televisión local.
Felipe, presidente, y García Gaona, que manda tela, tuvieron
que acordar el chanchullo en algún despacho poderoso.
El viernes pasado, tras leer un artículo de CE, titulado “El
Señor de los negocios”, pensé: hay que ser imbécil para
escribir así. ¡Esto no tiene sintaxis!...
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