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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 28 DE NOVIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Según dice mi amigo, Carlos García Bernardo, viceconsejero de Festejos, el alumbrado extraordinario con motivo de las fiestas navideñas, se inaugurará el próximo día uno de diciembre. Hombre, me podías haber echo un favor, inaugurándolo el último día de este mes que es mi santo. Y cómo sería mí santo de bueno, no es por darme importancia, pero peazo de santo tengo, que se despide hasta con un bonito dicho: “Dichoso mes que entra con todos los Santos y sale con San Andrés”. Y mí abuela que como ustedes saben era sabia, añadía: “De San Andrés a Navidad, no hay un mes cabal”. Y con todo esto, van los desagraciaos y me lo crucifican en aspa. Manda… la cosa.

Me hace mucha ilusión ver encendido el alumbrado extraordinario de estas fiestas. Además que, con tanta luz, serán muchos los que pueden ver mejor, cosas que parecían difíciles de localizar por la oscuridad a que estaban sometidas. También es posible que cerrasen los ojos, para evitar ver lo que había que ver, no digo que no que, aquí, no se puede meter la mano en el fuego por nadie por mucha confianza que tenga en el personaje no nos vaya a pasar como al ex – presidente Felipe González, cuando puso la mano en el fuego por determinado personajes, y si no la llega a retirar a tiempo se queda sin mano.

Lo que pasa es que con tanta luz, como tiene el alumbrado extraordinario, ni cerrando los ojos van a dejar de ver con claridad meridiana. Ya lo dijo aquel, luz y taquígrafos. Pero da igual que lo dijera, de todas formas, sólo fue un decir. Aquí, en nuestro país, parecen que están prohibidas ambas cosas.

Lo dicho, siento una gran satisfacción, porque durante un mes y algo más, vamos a tener luz más que suficiente para que se vea todo lo hay que ver, que, por cierto, no es moco de pavo.

Con tanta luz como se presume que tendremos con las fiestas navideñas, el que no quiera ver es porque no de la da la real gana,. No hay más sordo que el que no quiere oír, y ni más ciego que el que no quiere ver. Y de esos, de los que no quieren ver, hay una jartá.

Hay personajillos de medio pelo que se aprovechan de esos personajes que prefieren no mirar o miran hacia otro lado, para no descubrirles sus miserias y, de esa forma, acabar con la aureola que tienen de ser los más horrados del mundo, cuando son capaces de bañarse en una lágrima. Flaco favor el que rehacen estos personajes mirando hacia otro lado o no queriendo ver lo que está de una claridad meridiana. Esta actitud, de todos esos personajes, puede llevar a pensar que ellos también están trincando. Ya lo dijo aquel: “Con quien te vi, te comparé”. Les va a pasar igual que a la mujer del César, que no consiste sólo en serlo, sino en parecerlo.

Esperemos que, en estos momentos del alumbrado extraordinario, vean con mayor claridad, que ese mirar hacia otro lado o no querer ver, favoreciendo a estos personajillos de medio pelo, nada más que les puede traer, a la larga o a corta, grandes perjuicios y que, además, el personal empiece a pensar mal, por aquello de piensa mal y acertarás, si ese no querer ver o mirar hacia otro lado, no le estará reportando algún beneficio. ¿O no?
 

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