Lo dije y, cada día que pasa, me
ratifico más en aquella aseveración de que desde que
desapareció, Fernández Ordóñez, no hemos tenido un ministro
de asuntos exteriores de su categoría y prestigio en los
foros internacionales incluido, por supuesto, el de los
“cabezazos” ante cualquier personalidad extranjera. Piqué,
el de los “cabezazos”, vérselos dar resultaban algo cómico.
Recuerdo a Morán, un hombre culto al que, por las razones
que sean, se dedicaron a sacarles chistes que servían para
menospreciar su capacidad intelectual. Nunca entendí las
razones de esos chistes ni, por supuesto, de donde había
partido la orden de llevarlos a cabo.
Pero, desde luego, quien marca distancia en los
despropósitos es el actual ministro de Exteriores, Moratinos.
Nada me extraña que algunos le llamen “desatinos”. Es que le
hombre se equivoca más que, como se dice vulgarmente, una
tonta haciendo punto de cruz.
Llevaba toda la razón del mundo aquel que dijo: “hay días
que uno no está para nada”. Ese debió ser para, Moratinos,
los otros días en su intervención ante las preguntas de la
oposición. Ese fue unos de esos días en los que uno piensa,
que era mejor haberse quedado en la cama sin abrir la boca.
Uno, en ocasiones, no siempre, piensa que un ministro de
asuntos Exteriores, sea del país que sea, debe ser alguien
que mida, en cada momento, las palabras que va a pronuncia,
evitando caer en el más mínimo error.
Los errores en política son imperdonables. y más si quienes
los cometen están al cargo de la política exterior, donde el
más mínimo error cometido en una de las misiones
encomendada, no sólo puede dar al traste con lo que se trata
de conseguir, sino que se le pone en bandeja de plata al
contrario la repuesta que nos va a dar que, por supuesto,
será negativa a lo que tratamos de solucionar a nuestro
favor.
Un ministro de asuntos exteriores no puede en ningún
momento, por mucha presión a la que se vea sometido, cometer
los tres lapsus que cometió días pasados, Moratinos. El
primero de ellos ya lo había cometido José Blanco, Pepiño
para los amigos, cuando la venida de los Reyes de España a
Ceuta y Melilla, diciendo que habían visitado por primera de
forma oficial Marruecos. Moratinos para no ser menos
confundió a Ceuta y Melilla con Marruecos. Y como si no
tuviese bastante con semejante lapsu confundió al PSOE con
la UCD y, ya, rizando el rizo a Lituania con Letonia.
El enfrentamiento con el Hugo Chávez y la retirada del
embajador de Marruecos en repuesta al viaje de los Reyes a
las ciudades españolas de Ceuta y Melilla son las bases que
maneja el PP para, atacar y clamar sobre la “incapacidad”
del Ministro. Esta estrategia de acoso y derribo al jefe de
la Diplomacia consiguieron sacar de sus casillas no sólo la
ministro sino a la propia vicepresidenta primera del
Gobierno.
Quizás las causas que le llevaron a esos lapsus tenidos por
el Ministro, sean por la perdida de los nervios. Pero los
nervios y las buenas formas, jamás las puedes perder un
Ministro de Asuntos Exteriores Por qué si se pierden, dónde
queda la diplomacia.
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