Cuál es el adjetivo? Bello. Como en el clásico de Frank
Capra, ¡Qué bello es vivir!: Mary –esto es, Josemi– ha
hablado con algunos amigos contándoles que James Stewart
–digo, que su sobrino Juan Francisco– tenía problemas; y
toda la ciudad hizo una gran colecta.
¡Cómo la tragedia cancerosa de un niño de 11 años y su
entorno familiar ha sacado lo mejor del pueblo de Ceuta! Es
la ventaja de una sociedad pequeña como Ceuta o la ficticia
Bedford Falls –en cualquier capital de provincia que supere
los 100.000 habitantes hubiera sido difícil una reacción
como ésta–. Los médicos de la Clínica Universitaria de
Navarra dan prácticamente por salvado el brazo, pero no han
sido ellos, han sido los ceutíes.
“Es increíble”, comenta Josemi –tío de Juan Francisco–, que
no encuentra palabras para agradecer cómo se ha volcado el
pueblo de Ceuta. “No me esperaba que la respuesta fuera tan
rápida y tan masiva”, reconoce, “estoy enormemente
agradecido, no sé cuánto tiempo voy a tener que estar dando
las gracias a los ceutíes”.
El sábado, fue el turno del mundo del rock ceutí. Catorce
grupos llenaron de música el Pub Privée –el festival no pudo
celebrarse al aire libre en el Auditorio de la Marina debido
a la lluvia–: African Town Sound (reggae); los cantautores
Artista Errante e Ibhel; Belver Yin (rock gótico); Colok2 (rock’n’roll);
Espiral (metal alternativo); Fatal Atraction (heavy metal);
Juanjo y la Ruinaband (rock urbano); Mordark (heavy metal);
Radio Sebtaoui (flamenco); Resurreczión (rock duro); Senda
(pop-rock); Tyrell Corporation (noise rock-pop); y Leroy
(pop-rock).
“Él –el niño–”, comenta José Miguel, su tío, “se siente
protagonista, pero no sabe lo que están pasando sus padres”.
Josemi, impulsor del festival junto a su amigo Juanjo,
señala que su sobrino “está animado, le han quitado todo lo
malo y por lo visto quedan bastantes sesiones de
quimioterapia todavía para que empecemos a despertar de la
pesadilla”.
“Nosotros tenemos que estar contentos delante del niño para
que él se venga arriba”, explica Josemi, ya que está pasando
por los duros efectos secundarios de la quimioterapia y la
radioterapia: vómitos, náuseas, llagas en la boca, caída del
vello...
“El día de la operación lloraba una barbaridad y estaba
convencido de que iba a salir del quirófano sin un brazo”,
recuerda su tío, que explica que quizá pierda algo de
movilidad en el meñique y el anular. “Su gran obsesión era
que los dedos de la Playstation los pudiera mover”, dice
Josemi como si puediera quitarle hierro al asunto.
“En Sevilla, los médicos no se aclaraban entre ellos: uno
decía que lo intentáramos y otro que a un niño tan pequeño
no se le puede aplicar quimioterapia, que había que amputar
el brazo”, señala, “y no tuvieron la delicadeza de coger a
mi hermano y llevarle a parte para decírselo, porque lo
soltaron delante del niño”, se lamenta Josemi.
“En Pamplona, en cambio, nos dijeron que cortar el brazo era
la última opción, eso sí, no te dan un presupuesto”, explica
el tío de Juan Francisco, “pero te cobran hasta los guantes
de látex de los médicos”.
“Esa es la pena”, se lamenta, “que la vida de un niño valga
tanto dinero y que la Seguridad Social no se haga cargo de
esto”.
“Es vergonzoso”, se desata, “parece ser que los Gobiernos sí
tienen dinero para armas y no para Sanidad”.
“Es un dinero que mi hermano –regenta un negocio de
pintura–, no posee; y hubiera tenido que hipotecar el
negocio y su casa”, señala Josemi, que quiere agradecer a
todos, pero no se atreve por olvidarse a alguno, aunque, eso
sí, fue muy importante el apoyo de la Asociación María del
Mar Cerrudo, una chica que por los años 90 era una niña que
cayó enferma de leucemia y salvó su vida en Houston, de una
forma similar a la que Juan Francisco salvará el brazo en
Pamplona. Hoy se la puede ver paseando por Ceuta “con 18
años guapísimos”, dice Josemi.
Eso será lo que haga la familia Romero cuando pase la
pesadilla con el dinero sobrante, montar una asociación que
donará el importe al próximo niño que pueda caer enfermo de
cáncer en la ciudad autónoma. En total, llevan recaudados ya
algo más de 100.000 euros –60.000 se fueron con la operación
y cada tres días que el niño ingresa para las sesiones de
quimioterapia, braquioterapia y radioterapia cuestan unos
7.000–.
Así pues, la tragedia familiar de un niño enfermo ha
despertado la solidaridad ceutí y, de paso, recuerda Josemi,
“por primera vez se ha hecho un festival de música rock con
los grupos de aquí”.
“Si una persona –Juanjo– por sí sola ha conseguido mover
todo esto, el Gobierno podría organizar un festival de estas
características para dar coba a los grupos locales y
destinar el dinero a cualquier cosa”, manifiesta Josemi, que
finaliza la entrevista mandando un mensaje a los padres de
los niños que caigan gravemente enfermos: “Si no tienen
medios suficientes, que sepan que el pueblo ceutí está ahí.
A mí me lo han demostrado”.
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