Lunes. 19
Hacía ya mucho tiempo que no me hallaba con Isidro Hurtado
de Mendoza. Y de no haber sido por él, que llamó mi atención
al pasar por su vera, tampoco hoy nos habría sido posible
pegar la hebra durante varios minutos. Y es que estaba
encima de una moto descomunal y embozado en un casco de los
de aquí te espero. Hurtado de Mendoza, siendo diputado del
Gobierno de Jesús Fortes, jamás me dejó en la estacada
cuando acudía a él para que me contara cosas a fin de darle
vida a una entrevista o sacarle jugo a sus comentarios para
ganarme el jornal con la columna. Atento, amable, y
dispuesto casi siempre a contarme su verdad, no cabe la
menor duda de que era, en aquel entonces, un político de los
que daban juego suficiente. De todo ello conversamos con la
celeridad conveniente, en plena calle, mientras a mí me
causaba temor verle sobre una máquina que puede volar en
cuanto se lo proponga el conductor. Lo cual viene a
demostrar que mi estimado Isidro además de ser joven piensa
como un joven. Y ello me satisface plenamente. Que no todo
en su vida ha sido alegría. Ah, se me olvidaba: a Isidro
Hurtado de Mendoza, antes de despedirnos como mandan los
cánones, se le ocurrió regalarme el oído. Pero a mí me da
mucha vergüenza contarles a ustedes lo que me dijo.
Martes. 20
Estoy convencido de que si no existiera este personaje,
habría que inventarlo. Porque nos alegra la vida. Me estoy
refiriendo al presidente de la Federación de Fútbol de
Ceuta. Quien anda de gira con la selección española y ha
escrito un artículo (!) por el cual he estado a punto de
felicitarle. Y es que de vez en cuando conviene que alguien
nos haga reír aunque sea por medio de una mamarrachada. Al
hombre le ha dado por hacer una especie de “refrito” para
contarnos algo que ha dado en llamar parte de la vida de
Manuel Azaña. Un auténtico adefesio. El escrito, quiero
decir. Luego, seguro que se ha ido en busca de Ángel María
Villar para comunicarle que ya ha cumplido con su deber:
haber escrito para que sus conciudadanos sean más cultos. La
verdad es que el presidente de la Federación de Fútbol de
Ceuta tiene demostrado que carece del sentido del ridículo.
De lo contrario, se daría cuenta de que su único papel
tendría que consistir en procurar salir airoso de las
próximas elecciones. Lo cual le será muy fácil si sigue
contando con la ayuda privilegiada del Gobierno de la
Ciudad. Ahora bien, si se empeña en hacerse notar en la
prensa local, con su prosa constipada, atiborrada de
estornudos y propensa al esputo, puede caer en desgracia
ante quienes lo protegen. Por más que éstos anden propalando
que la escritura del manda de la federación sirve como
remedio eficaz para combatir arrechuchos. ¡Coño!: es lo que
nos faltaba saber; que todo lo que sale de la pluma del
gachó es terapia de la buena. Aleluya.
Miércoles. 21
Estoy leyendo en mi despacho cuando veo en internet una
noticia de urgencia: se refiere a la muerte de Fernando
Fernán Gómez. Y de pronto se acumulan en mi mente recuerdos
inolvidables del Madrid de los sesenta que viví
intensamente. Aquel Madrid donde los jóvenes, y menos
jóvenes, acudíamos desde provincias para buscarnos la vida.
Y muchos se quedaban pegados en el asfalto del fracaso. Un
Madrid en el cual darse una vuelta por el paseo de
Recoletos, durante la primavera, era un placer y, sobre
todo, si uno tenía la oportunidad de hacerse con una mesa en
la terraza de la Cafetería Bar Recoletos. En ella, en
aquella terraza, en que los camareros para hacer su trabajo
estaban obligados a pasar un carril con la bandeja en ristre
sorteando vehículos, tuve la suerte de ver un día a Fernán
Gómez y Adolfo Marsillach conversando. Me tocó disfrutar de
un velador cercano al de ellos y, haciéndome el distraído,
puse el oído atento a cuanto decían. Creo haber contado en
alguna ocasión que nunca antes disfruté de tanto placer por
el mero hecho de enterarme de las cosas que decían y se
decían. A partir de entonces, mi admiración por él y por el
también fallecido Marsillach, no decayó nunca. De él dejó
dicho Umbral, entre otras cosas, que se trataba de una de
las figuras más completas y complejas de la cultura
española, que en el cine de los cuarenta y cincuenta nos
gustaba mucho a los chicos porque era el adolescente feo y
recrecido, soso y gamberro, que éramos todos nosotros. En
rigor: un gigante de la cultura. Un hombre del Renacimiento.
Jueves. 22
Juan Antonio Tirado lleva 37 años trabajando el Hotel
Parador La Muralla. Pertenece a la casa desde el primer día
que se puso pantalones largos. Cuando le preguntan por la
persona que le ha enseñado más en la hostelería, no duda en
proclamar que su maestro fue Alejandro Márquez de la Rubia.
Aquel célebre jefe de barra que marcó una época en el Hotel.
Juan Tirado, que a su edad, sigue siendo aún Juanito para
los amigos, se desenvuelve tras el mostrador con toneladas
de dinamismo y haciendo gala de una educación exquisita. Hoy
me ha preguntado si es verdad que yo duermo la siesta. Tal y
como he dicho en la columna. Porque él creía haberme oído
decir, hace mucho tiempo, que sobarla por la tarde me era
imposible. Y no he tenido más remedio que contarle la causa
por la cual pertenezco ya a la cofradía de quienes tras la
comida pasan a sestear. Es cierto, le digo, que dormir por
las tardes me resultaba imposible. Pero un buen día, de hace
dos años largos, me regalaron un perro que, desde el primer
día, le dio por ponerse a mi vera nada más finalizar la
comida. Y su dormitar junto a mí hizo posible que yo también
me viera invadido por el sueño. Sana costumbre, sin duda,
que debo agradecerle a un labrador que ha conseguido
contagiarme un ejercicio tan placentero como saludable y
reparador.
Viernes. 23
José Mata está feliz. Muy feliz. Y los compañeros que le
acompañan, en esta mañana que amenaza lluvia, tampoco pueden
disimular su alegría. Aunque tratan de contenerse para que
la euforia no haga su aparición. Me dicen que han sufrido lo
suyo antes de las elecciones celebradas ayer. Y son
conscientes de que contra pronostico le han causado un
disgusto al Gobierno. Y es que las urnas dieron a la Unión
General de Trabajadores la victoria en las elecciones
celebradas en el Ayuntamiento. De 840 votantes han
conseguido 415. Se han quedado a cinco de obtener la mayoría
absoluta. Saboreando aún la extraordinaria victoria, Pepe
Mata, responsable de Local de FSP-UGT, me recuerda que le
importa poco que CSI-CSIF y CCOO pacten. Lo que él tiene muy
claro es que se ha comprobado que algunos personajes
comienzan a dar muestras de fatiga y de perder crédito. Sale
a relucir el nombre de un perdedor: José Antonio Alarcón. El
cual ha sufrido una derrota estrepitosa, propiciada por los
muchos errores que ha venido cometiendo en el desempeño de
sus funciones como sindicalista. Se habla, cómo no, de Juan
Luís Aróstegui... En fin, que lo mejor es, según los
triunfadores, paladear la victoria y seguir laborando a
favor de los derechos de quienes les han otorgado tan grande
confianza.
Sábado. 24
El ‘gilismo’ fue devastador para Marbella. La corrupción
convirtió a la ciudad en un escenario donde cada día se
representaba una obra dañina para los intereses marbellíes.
El daño ocasionado a la tenida por capital de la Costa del
Sol ha sido cuantioso. De ahí que Ángeles Muñoz, la
alcaldesa popular que arrasara en las últimas elecciones,
dijera a voz en cuello, nada más tomar posesión de su cargo,
que empezaría la regeneración de la ciudad eliminando a los
cargos del GIL. Cumplidos los cien días de Gobierno se
celebró la fiesta de rigor y tanto Mariano Rajoy como
Javier
Arenas, se congratularon de lo mucho y bueno que les decían
los ciudadanos por la calle en relación con su alcaldesa.
Pero apenas hace unos días, los periodistas han insistido en
recordarle a ésta su promesa de limpiar el Ayuntamiento de
todo vestigio “gilista”. Y Ángeles Muñoz, ante el peligro
que se cernía sobre ella por irse de la lengua, ha comenzado
una purga que se ha llevado ya por delante a muchas personas
pertenecientes al antiguo régimen. Y no es porque a la
señora Muñoz le agrade poner en la calle a los “gilistas”,
no; es que a la fuerza ahorcan. A Juan Vivas, sin embargo,
no le ha ocurrido lo mismo. Puesto que él, siempre tan
comedido y prudente, tuvo muy en cuenta, desde el primer
día, no meter la pata en asunto tan feo. Así que salió del
paso diciendo que no tomaría medidas contra los del GIL por
dos razones: la primera, porque quería recuperar la calma de
la ciudad. Y la segunda, no dudó en recordar que todos los
cargos del ‘gilismo’ eran personas muy válidas que les
podrían valer en su Gobierno. Y, claro, ahí están todas
disfrutando del placer de mandar, y de ganar dinero, a la
sombra del PP. De modo que: colorín, colorado.
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