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OPINIÓN - DOMINGO, 25 DE NOVIEMBRE DE 2007

 
ANÁLISIS

Apuntes de seis días

Por Manuel de la Torre


Lunes. 19

Hacía ya mucho tiempo que no me hallaba con Isidro Hurtado de Mendoza. Y de no haber sido por él, que llamó mi atención al pasar por su vera, tampoco hoy nos habría sido posible pegar la hebra durante varios minutos. Y es que estaba encima de una moto descomunal y embozado en un casco de los de aquí te espero. Hurtado de Mendoza, siendo diputado del Gobierno de Jesús Fortes, jamás me dejó en la estacada cuando acudía a él para que me contara cosas a fin de darle vida a una entrevista o sacarle jugo a sus comentarios para ganarme el jornal con la columna. Atento, amable, y dispuesto casi siempre a contarme su verdad, no cabe la menor duda de que era, en aquel entonces, un político de los que daban juego suficiente. De todo ello conversamos con la celeridad conveniente, en plena calle, mientras a mí me causaba temor verle sobre una máquina que puede volar en cuanto se lo proponga el conductor. Lo cual viene a demostrar que mi estimado Isidro además de ser joven piensa como un joven. Y ello me satisface plenamente. Que no todo en su vida ha sido alegría. Ah, se me olvidaba: a Isidro Hurtado de Mendoza, antes de despedirnos como mandan los cánones, se le ocurrió regalarme el oído. Pero a mí me da mucha vergüenza contarles a ustedes lo que me dijo.

Martes. 20


Estoy convencido de que si no existiera este personaje, habría que inventarlo. Porque nos alegra la vida. Me estoy refiriendo al presidente de la Federación de Fútbol de Ceuta. Quien anda de gira con la selección española y ha escrito un artículo (!) por el cual he estado a punto de felicitarle. Y es que de vez en cuando conviene que alguien nos haga reír aunque sea por medio de una mamarrachada. Al hombre le ha dado por hacer una especie de “refrito” para contarnos algo que ha dado en llamar parte de la vida de Manuel Azaña. Un auténtico adefesio. El escrito, quiero decir. Luego, seguro que se ha ido en busca de Ángel María Villar para comunicarle que ya ha cumplido con su deber: haber escrito para que sus conciudadanos sean más cultos. La verdad es que el presidente de la Federación de Fútbol de Ceuta tiene demostrado que carece del sentido del ridículo. De lo contrario, se daría cuenta de que su único papel tendría que consistir en procurar salir airoso de las próximas elecciones. Lo cual le será muy fácil si sigue contando con la ayuda privilegiada del Gobierno de la Ciudad. Ahora bien, si se empeña en hacerse notar en la prensa local, con su prosa constipada, atiborrada de estornudos y propensa al esputo, puede caer en desgracia ante quienes lo protegen. Por más que éstos anden propalando que la escritura del manda de la federación sirve como remedio eficaz para combatir arrechuchos. ¡Coño!: es lo que nos faltaba saber; que todo lo que sale de la pluma del gachó es terapia de la buena. Aleluya.

Miércoles. 21

Estoy leyendo en mi despacho cuando veo en internet una noticia de urgencia: se refiere a la muerte de Fernando Fernán Gómez. Y de pronto se acumulan en mi mente recuerdos inolvidables del Madrid de los sesenta que viví intensamente. Aquel Madrid donde los jóvenes, y menos jóvenes, acudíamos desde provincias para buscarnos la vida. Y muchos se quedaban pegados en el asfalto del fracaso. Un Madrid en el cual darse una vuelta por el paseo de Recoletos, durante la primavera, era un placer y, sobre todo, si uno tenía la oportunidad de hacerse con una mesa en la terraza de la Cafetería Bar Recoletos. En ella, en aquella terraza, en que los camareros para hacer su trabajo estaban obligados a pasar un carril con la bandeja en ristre sorteando vehículos, tuve la suerte de ver un día a Fernán Gómez y Adolfo Marsillach conversando. Me tocó disfrutar de un velador cercano al de ellos y, haciéndome el distraído, puse el oído atento a cuanto decían. Creo haber contado en alguna ocasión que nunca antes disfruté de tanto placer por el mero hecho de enterarme de las cosas que decían y se decían. A partir de entonces, mi admiración por él y por el también fallecido Marsillach, no decayó nunca. De él dejó dicho Umbral, entre otras cosas, que se trataba de una de las figuras más completas y complejas de la cultura española, que en el cine de los cuarenta y cincuenta nos gustaba mucho a los chicos porque era el adolescente feo y recrecido, soso y gamberro, que éramos todos nosotros. En rigor: un gigante de la cultura. Un hombre del Renacimiento.

Jueves. 22

Juan Antonio Tirado lleva 37 años trabajando el Hotel Parador La Muralla. Pertenece a la casa desde el primer día que se puso pantalones largos. Cuando le preguntan por la persona que le ha enseñado más en la hostelería, no duda en proclamar que su maestro fue Alejandro Márquez de la Rubia. Aquel célebre jefe de barra que marcó una época en el Hotel. Juan Tirado, que a su edad, sigue siendo aún Juanito para los amigos, se desenvuelve tras el mostrador con toneladas de dinamismo y haciendo gala de una educación exquisita. Hoy me ha preguntado si es verdad que yo duermo la siesta. Tal y como he dicho en la columna. Porque él creía haberme oído decir, hace mucho tiempo, que sobarla por la tarde me era imposible. Y no he tenido más remedio que contarle la causa por la cual pertenezco ya a la cofradía de quienes tras la comida pasan a sestear. Es cierto, le digo, que dormir por las tardes me resultaba imposible. Pero un buen día, de hace dos años largos, me regalaron un perro que, desde el primer día, le dio por ponerse a mi vera nada más finalizar la comida. Y su dormitar junto a mí hizo posible que yo también me viera invadido por el sueño. Sana costumbre, sin duda, que debo agradecerle a un labrador que ha conseguido contagiarme un ejercicio tan placentero como saludable y reparador.

Viernes. 23


José Mata está feliz. Muy feliz. Y los compañeros que le acompañan, en esta mañana que amenaza lluvia, tampoco pueden disimular su alegría. Aunque tratan de contenerse para que la euforia no haga su aparición. Me dicen que han sufrido lo suyo antes de las elecciones celebradas ayer. Y son conscientes de que contra pronostico le han causado un disgusto al Gobierno. Y es que las urnas dieron a la Unión General de Trabajadores la victoria en las elecciones celebradas en el Ayuntamiento. De 840 votantes han conseguido 415. Se han quedado a cinco de obtener la mayoría absoluta. Saboreando aún la extraordinaria victoria, Pepe Mata, responsable de Local de FSP-UGT, me recuerda que le importa poco que CSI-CSIF y CCOO pacten. Lo que él tiene muy claro es que se ha comprobado que algunos personajes comienzan a dar muestras de fatiga y de perder crédito. Sale a relucir el nombre de un perdedor: José Antonio Alarcón. El cual ha sufrido una derrota estrepitosa, propiciada por los muchos errores que ha venido cometiendo en el desempeño de sus funciones como sindicalista. Se habla, cómo no, de Juan Luís Aróstegui... En fin, que lo mejor es, según los triunfadores, paladear la victoria y seguir laborando a favor de los derechos de quienes les han otorgado tan grande confianza.

Sábado. 24


El ‘gilismo’ fue devastador para Marbella. La corrupción convirtió a la ciudad en un escenario donde cada día se representaba una obra dañina para los intereses marbellíes. El daño ocasionado a la tenida por capital de la Costa del Sol ha sido cuantioso. De ahí que Ángeles Muñoz, la alcaldesa popular que arrasara en las últimas elecciones, dijera a voz en cuello, nada más tomar posesión de su cargo, que empezaría la regeneración de la ciudad eliminando a los cargos del GIL. Cumplidos los cien días de Gobierno se celebró la fiesta de rigor y tanto Mariano Rajoy como Javier Arenas, se congratularon de lo mucho y bueno que les decían los ciudadanos por la calle en relación con su alcaldesa. Pero apenas hace unos días, los periodistas han insistido en recordarle a ésta su promesa de limpiar el Ayuntamiento de todo vestigio “gilista”. Y Ángeles Muñoz, ante el peligro que se cernía sobre ella por irse de la lengua, ha comenzado una purga que se ha llevado ya por delante a muchas personas pertenecientes al antiguo régimen. Y no es porque a la señora Muñoz le agrade poner en la calle a los “gilistas”, no; es que a la fuerza ahorcan. A Juan Vivas, sin embargo, no le ha ocurrido lo mismo. Puesto que él, siempre tan comedido y prudente, tuvo muy en cuenta, desde el primer día, no meter la pata en asunto tan feo. Así que salió del paso diciendo que no tomaría medidas contra los del GIL por dos razones: la primera, porque quería recuperar la calma de la ciudad. Y la segunda, no dudó en recordar que todos los cargos del ‘gilismo’ eran personas muy válidas que les podrían valer en su Gobierno. Y, claro, ahí están todas disfrutando del placer de mandar, y de ganar dinero, a la sombra del PP. De modo que: colorín, colorado.
 

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