El agitadísimo final de
legislatura pasada que protagonizaron el Gobierno ceutí, la
formación que lo sustenta (el Partido Popular) y el
principal grupo de la oposición (UDCE, ahora con su socio
político IU) ha dejado paso, salvo escarceos puntuales, a un
periodo de entendimiento y crítica leal en busca de la
colaboración que mejor rinda al interés general de los
ceutíes que debe ser aplaudido y valorado por la ciudadanía,
que se encuentra ante un escenario que raramente puede
contemplarse en la arena política. Si el ciclo político que
terminó el pasado 27 de mayo estuvo presidido en su parte
final por la ruptura de relaciones institucionales entre los
de Mohamed Ali y Juan Vivas y sus acólitos que acabó
degenerando en una pobre campaña electoral donde volvieron a
aflorar los argumentos menos agradecidos sobre el origen de
cada uno la legislatura que arrancó en junio parece que va a
discurrir por unos derroteros muy diferentes.
Si nos abstraemos de la amarga discusión, que al fin y al
cabo tampoco lo fue tanto, entre Vivas y Ali de la última
Sesión Plenaria en la Asamblea, hasta la fecha, polémica del
‘caso Nóminas’ incluida, las relaciones entre los dos
partidos con mayor representación institucional en la Cámara
autonómica están presididas por una tónica mucho más
reconfortante. El último episodio de esta nueva dinámica
política en la Ciudad ha sido el inicio de negociaciones
entre ambos (también con el PSOE) que Márquez y Ali
confirmaron ayer. La mano tendida del Gobierno a la
oposición y a toda la ciudadanía para que contribuyan a
forjar los mejores Presupuestos posibles para el año que
viene ha sido respondida por el líder de la oposición de la
mejor manera posible: poniendo sobre la mesa no sólo una
serie de condiciones aparentemente asumibles y en el mismo
sentido que las líneas maestras que ya llevaban las cuentas
del PP, sino también mostrando su disposición favorable al
entendimiento, lo mejor que ambos partidos pueden poner por
el bien común.
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