Un grupo de 37 personas de nacionalidad bengalí
protagonizará el próximo martes un encierro público y
simbólico “en protesta por la vulneración de los Derechos
Humanos” que, a su juicio, sufre el colectivo de otros
tantos compatriotas que permanecen escondidos desde el
pasado mes de agosto, cuando huyeron del CETI por su temor a
ser repatriados y se refugiaron en los bosques cercanos.
El encierro, que se realizará en la parroquia de San Carlos
Borromeo de Entrevías (Madrid) bajo el lema ‘No en nuestro
nombre’, está promovido por miembros de la red de
‘Ferrocarril Clandestino’, que el pasado 23 de octubre se
reunió con representantes del Ministerio de Interior en la
que estos, siempre según los portavoces de este colectivo,
“se comprometieron a dar una respuesta a esta situación que
a día de hoy aún no se ha producido”.
Desde el pasado mes de agosto, vecinos y vecinas de Lavapiés
y otros barrios de Madrid, colectivos sociales, abogados y
organizaciones de derechos humanos, representantes de
comunidades religiosas y cristianas de base, así como otras
personas comprometidas con la defensa de los derechos de los
inmigrantes han manifestado en reiteradas ocasiones desde la
Red de Apoyo Ferrocarril Clandestino han manifestando
reiteradamente “la injusta situación” de este grupo de 37
inmigrantes irregulares asiáticos que tras permanecer dos
años en el CETI de Ceuta decidieron huir de él.
Régimen de fronteras
“Esta es una de las formas más dramáticas que adopta el
injusto régimen de fronteras en nuestro mundo hoy, que
endurece cada vez más la separación Norte- Sur y Este-Oeste
a través de la vulneración cotidiana y sangrante de los
Derechos Humanos básicos”, critican los movilizados, quienes
defienden que “la movilidad debe ser, a día de hoy, un
derecho universal para cualquier persona, sobre todo en un
mundo en el que no está garantizada la vida digna en
muchísimos países”.
Los portavoces de Ferrocarril Clandestino reiteraron en
declaraciones a este periódico que la situación del grupo en
el monte “es dramática”. “Al frío, a la intemperie, a las
crisis nerviosas y de ansiedad y a las enfermedades”,
lamentan, “hay que sumar la impotencia y la desolación ante
el ciclón que ha arrasado parte de su país”.
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