Las primeras nieves de la temporada están cubriendo ya, con
su manto impoluto, las crestas de la Cordillera Cantábrica
desde las que desciende, hacia los valles del interior, un
aliento sano y frío. La inusual sequedad del norte y las
templadas temperaturas de la semana anterior no ayudaron,
precisamente, a extinguir a tiempo el incendio forestal del
miércoles en las montañas lucenses, cuyas voraces llamas
arrasaron uno de los dos transformadores de la estación de
Boimente (Vivero), de la que dependen 26 parques eólicos,
dejando fuera de servicio a un tercio de la producción de
energía eólica gallega instalada. Supongo que en la vecina
Asturias, en los emblemáticos Oscos, los nuevos señoritos
agrupados en contra de los “molinos”, como llaman por aquí,
estarán dando por esos prados brincos de júbilo, mientras en
coherencia se aprestan a volver a la Edad Media o, más bien,
a seguir chupando del bote (generosas subvenciones incluídas)
de ese “Sistema” del que tanto abominan pero en el que tan
bien y ricamente viven. Con la retina tornada a las
estribaciones de la sierra del Hauz, cuya agreste orografía
se extiende entre Alcasarseguer y Tetuán coronada, en el
tramo próximo a las costas del Estrecho, por decenas de
modernos aerogeneradores, pienso en las inevitables
comparaciones: Marruecos, nuestro vecino sureño, está dando
pasos de gigante hacia su desarrollo mientras, en la vieja
Europa, parte significativa de su población se pierde en una
insolidaria inopia; habrá que remitirles a “Las manos
sucias” de Sartre y llevarles unos días a “vivaquear” con
las cabras, para que vayan ambientándose.
Rabat también estará de enhorabuena tras el exitoso
encuentro en Viena entre Yunes Moamar, responsable de la
Oficina Nacional Marroquí de Electricidad (ONE) y el egipcio
Mohamed El Baradei, quien en su calidad de director de la
AIEA (Agencia Internacional de la Energía Atómica) con sede
en la capital austriaca, respaldaba con un apoyo “total” el
proyecto de construcción (con asistencia francesa) de un
reactor “electronuclear”, como gustan remarcar nuestros
vecinos mientras algunos no paran de señalarme “su estricta
aplicación civil”.
Ya mismo, el próximo lunes 26, Marruecos despertará
expectante a la espera de la resolución, en París, de la
candidatura para la Expo 2012, a la que se presenta Tánger
en dura competencia con otras dos ciudades de Polonia y
Corea del Sur. Diferencias a un lado, desencuentros como los
pelillos, a la mar, sería una excelente noticia para todos
que la ciudad de Tánger se alzara con la candidatura. El
espaldarazo que supondría una Exposición Internacional a
este lado del Estrecho, en tierras magrebíes, sería un
notable estímulo para el desarrollo integrado de la zona y
un acicate para el definitivo desenclave del triángulo
yebalí. Ni soy político ni me pagan por ello, pero entiendo
que Ceuta no debería quedarse al margen de esta realidad.
Tengo razonables ideas sobre las trochas a transitar, pero
como comprenderán no voy a regalar los sudores de mis afanes
(que son más de los que ustedes creen) a toda una caterva de
expertos, técnicos y asesores especializados,
fundamentalmente, en cobrar del erario -y bien- a final de
mes.
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