La concentración de hombres contra
la violencia de género que ayer convocó en la Plaza de
España a las 20.00 horas la recién constituida Asociación de
Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE) va mucho más de su
mayor o menor valor en términos cuantitativos. La asistencia
a la cita fue ciertamente escasa, pero ello no debe
desvirtuar la iniciativa: la inmensa mayoría de los
partidos, por muchos votos que cosechen en las elecciones, y
la inmensa mayoría de las asociaciones apenas son capaces de
juntar unas decenas de personas en muchas de sus
convocatorias, por lo que la reducida pero selecta
concentración de ayer no puede invitar al desánimo de sus
promotores.
Especialmente porque con su gesto demuestran que otra forma
de ser hombre es posible, la bandera que enarbola el
colectivo homónimo a nivel nacional. Según este grupo lo más
inmediato para luchar contra la discriminación de la mujer
es apoyar a los hombres en su cambio e incentivar un modelo
de masculinidad basado en la igualdad, la justicia, el
respeto y la solidaridad. La igualdad real de la mujer no es
posible sin una revolución masculina y esa revolución exige
que el hombre se acepte a sí mismo como un ser sensible,
afectivo y vulnerable, primer paso para empezar a
cuestionarse los estereotipos sociales y culturales
vigentes. El movimiento de hombres por la igualdad, que dio
sus primeros pasos en los años 70 en los países nórdicos y
en EEUU, fundamentalmente en California, debe ser bienvenido
en Ceuta porque de esta forma también se sitúa a la ciudad
autónoma en la vanguardia de los movimientos sociales más
avanzados frente a los tópicos, a los estereotipos y a
situaciones aún peores como las violentas, que cada día se
cuelan en todos nuestros hogares por la televisión y, peor
aún, por las ventanas y a través de las paredes. El
siguiente paso será que todos, hombres y mujeres, seamos
capaces de denunciar cada caso de violencia de que seamos
conscientes a nuestro alrededor porque el silencio, no se
olvide, nos hace cómplices.
|