La frase del Rey, “¿por qué no te
callas?”, al presidente – cantante venezolano, Hugo Chávez,
ha sido portada de los más importantes rotativos mundiales y
de las principales cadenas de la televisión.
Algunos han querido poner paños calientes, para tratar de
calmar la situación que ha dado lugar este enfrentamiento,
entre S. M. El Rey ese mal educado, bravucón de pacotillas,
golpista y dictador bananero, y lo único que han conseguido
es envalentonar más al golpista que ha encontrado en apoyo
de todos sus amigos, Fidel Castro, Evo Morales y Ortega.
Fidel Castro no podía dejar de pasar la oportunidad de
atacar a todo lo español y aprovechó lo sucedido para decir
las chorradas correspondientes a un viejo “chocho” que tiene
a su país en la miseria. En Cuba se está pasando más hambre
que un caracol en un espejo y las jinetas siguen haciendo su
trabajo tal y como lo hacían antes de que llegara Fidel al
poder. La Habana con sus edificios emblemáticos en ruina y
en sus farmacias medicamentos caducados.
No sería mejor para el pueblo cubano, que este personaje que
se pasa horas y horas largando sus discursos, ese enorme
esfuerzo lo dedicara a darle de comer al pueblo hambriento y
no el enfrentamiento con un país, España, que tanto ha hecho
y sigue haciendo por Cuba.
Chávez este patético personaje, golpista que le costó la
cárcel durante dos años, populista que como toso esa clase
de personajillos necesitan crearse enemigos, ha aprovechado
lo ocurrido par darle al pueblo la carnaza que él necesita
para que sigan apoyándole.
Dado que los americanos, a pesar de cuanto dice de su
presidente, no le hacen ni puñetero caso, le ha venido como
anillo al dedo lo ocurrido en la Cumbre Iberoamericana que,
por cierto, paga España.
Este personajillo, dictador de altos vuelos, acusa a España
de haber llevado la barbarie a América. Su desconocimiento
de la historia le lleva a meter la para hasta el corvejón.
Nada de extrañar en este presidente – cantante que se cree
el ombligo del mundo.
“Cuando Hernán Cortés llegó a México, el pueblo menos rudo
de América, aquel imperio presentaba el espectáculo más
horroroso de superstición y barbarie. La sangre humana se
derramaba tan profusamente en holocausto a sus dioses que
hasta se amasaba con ella una especie de pan bendito. Como
la carne humana era el manjar de su dios, cuando faltaban
víctimas, el sumo sacerdote se presentaba a su emperador y
le decía: “Cacique, el dios tiene hambre”. Esto está en la
obra de Bartolomé José Gallardo que la ha recopilado el
Ayuntamiento de Cádiz dentro de la colección de las Cortes
de 1812.
Y cosa curiosa en el rico país del dictador venezolano, se
tiene que hace colas, durante horas, para poder conseguir un
litro de leche y otros artículos de primera necesidad. ¿Cómo
un pueblo se puede dejar gobernar por quien le va a llevar,
como su admirado Fidel, al hambre ya la miseria?. Y, por
supuesto, que, le vayan diciendo adiós a la libertad ¡De
pena!
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