Estoy en Madrid, la capital de la España que, según dicen
los nostálgicos de la Una, Grande y Libre, está tan
fragmentada en tantos pedazos como Comunidades Autonómicas
existen. Ahora es Diecisiete más dos ciudades, Grande (ahí
no cambia) y Libre (de verdad, por la democracia, no como
antes que sólo era Libre para Franco y los suyos)
He tenido la “mala suerte” de escoger el hotel donde paran
los jugadores de la selección sueca de fútbol que se
enfrenta a esa España fragmentada. No es que yo sea un
furibundo forofo, es que como los suecos son antiguos
demócratas llevan tan lejos esa democracia permitiendo a los
forofos de la selección sueca, llamados por estas latitudes
hinchas, pernoctar en el mismo hotel. Pasa que la jarana
futbolera ya está montada y no es raro que me encuentre por
donde quiera que vaya, por el hotel, con esa cruz amarilla
sobre fondo azul. Y eso que dicen que los suecos son muy
fríos… ¡si van por las calles en manga corta!, cuando un
servidor no encuentra ni una mísera bufanda con qué
abrigarse del terrible frío madrileño.
Frío, de otra clase, el que he sentido cuando me han contado
que esperan realizar en Madrid el primer Museo del Crimen de
la Historia Española… ¡qué morbo! Será un compendio de
información sobre balística (útil para posibles candidatos
al CSI español); una sección dedicada a la toxicología y su
uso por asesinos (mala cosa que puede denominarse mata
suegras, así separadas las palabras): otra sección con la
colección íntegra del armamento utilizado por los criminales
de todos los tiempos de aquí (aquí es España ¿no?, y el
siniestro garrote vil… ¿figurará en la colección?); un gran
repertorio de fotografías de criminales como para salir
huyendo, en el que no faltará ni un solo criminal desde que
se inventó la fotografía; bases de ADN de criminales y
víctimas con las que hacer caldo de cultivo de los futuros
policías científicos; fauna cadavérica (¡qué asco!) con esos
bichitos y bicharracos que se comen los cadáveres como Vd. y
yo, por supuesto, comemos el pan de cada día ¿no te
fastidia?, a mí sí y mucho; Textos y documentos con la
historia más negra de España (no lo crean, no dicen nada de
los subsaharianos); piezas de depósitos judiciales, de
colecciones particulares (¡anda!, no sabía que los
particulares guardaban cadáveres de victimas de asesinatos)
y de objetos conservados por el profesor emérito José Manuel
Reverte, de la Universidad Complutense de Madrid; etc., etc.
Hombre, habrá que tener redaños para acercarse a cualquiera
de las salas del futuro Museo, encararse con la cara
fotografiada del asesino más patibulario y mirando fija y
directamente a sus ojos un largo rato… encontrarse a alguien
que se le parece un montón sería un “pandemonium” de
pensamientos no controlados; más aún si debajo del cuadro
fotográfico se muestra el arma con la que rebanó mas
gargantas que un matarife de corderos con la cara vuelta
hacia La Meca… hablando de corderos, sería bueno ir con el
cuello protegido por si acaso “suena” el silencio de los
mismos.
Encontrarse uno con una sopa de asquerosos gusanos
merendándose un trozo de carne humana… dejaría ese uno de
comer carne (de vacuno o porcino o aviar se entiende) un
largo tiempo, ¿no creen?. Dicen que comienzan a darse el
festín esos bichitos que todos tenemos en el estómago (de
ahí que tapen “todos” los agujeros del cuerpo humano por si
se les ocurren atacar a los vivos, eso creo yo) y luego
vienen las moscas a poner huevos a montones en la carne
putrefacta y reventada por los mordisquitos de los
anteriormente citados bichitos estomacales. De esos huevos
salen esos horribles gusanitos blancos que empiezan a
“encapullar” dentro de las carnes abiertas y luego se
transforman en espantosas crisálidas que pasan a ser nuevas
moscas, más gordas desde luego, que comienzan a su vez a
chupar el resto de los líquidos expulsados… ya tengo ganas
de vomitar. No sé por qué escribo estas porquerías, pero lo
cierto es que esa es la idea de los que proyectan ese Museo
del Crimen.
Como sugerencia: pediría que instalen cámaras de seguridad…
los ávidos coleccionistas de muertes tiene su huerto en el
futuro Museo y bueno es tener asegurada una cara de criminal
vivo que una foto de criminal muerto que a fin de cuentas no
nos puede hacer nada, salvo darnos asco y largas horas de
meditación sobre la crueldad humana. ¿No te jode el invento?
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