Es conveniente recordar que con la antigua Ley de
Instrucción Pública de 1945, no estaba permitido que los
alumnos se “mezclaran” con las alumnas. Aulas para maestros
y niños; aulas para maestras y niñas. Y, por supuesto,
separación en los recreos, existiendo en los Colegios de
muchas unidades los “sólidos” muros que impedían que los
chicos se unieran.
Con la ley del 70, Educación General Básica, las cosas
cambiaron al establecerse las enseñanza mixta, también
llamada coeducación. En principio, se introdujo en la 2º
Etapa las clases de profesores únicos –ambos sexos-
impartiéndose la docencia por especialidades, sin tener en
cuenta el sexo del alumnado. Así, nos incorporamos a lo ya
madurado en los países más avanzados.
Pero algo ha debido de funcionar mal, después de muchos años
de normalidad, donde no parecía que, con seguir las pautas
marcadas por otros países, lo anteriormente realizado fue un
error. Y es que, en nuestro país, se ha emprendido una
“cruzada” en pro de la educación diferenciada, que ya
triunfa en los colegios públicos de países progresistas.
La escuela mixta, parece ser, que ha generado machismo. Esta
es la justificación: “Estudios muy profundos, científicos,
empíricos y objetivos de organismos totalmente
independientes, con expertos en Pedagogía de la Universidad
de París, prueban que no respetar el ritmo cognitivo de los
niños y hacer que estos se sientan por detrás de las niñas,
en los primeros años escolares, crea una frustración que se
traduce en actos de violencia contra las niñas, provocando
reacciones machistas y de violencia. En conclusión: “lo
moderno es enseñar a niños y niñas por separados”.
¿Son los niños y las niñas, iguales o diferentes? Son
iguales en derechos y deberes, en humanidad y dignidad, y se
ha demostrado –hay un estudio muy exhaustivo de la
Universidad de Yale- que son iguales en inteligencia;
también que lo son en cuanto a las metas que se pueden
alcanzar, pero la forma de llegar a ellas son diferentes
porque la forma de actuar ellas, de vivir, de amar, de
sufrir, la sensibilidad, sexualidad son diferentes. Como se
ha dicho anteriormente, hay que respetar los diferentes
ritmos de maduración cognitiva de niños y niñas, que son
distintos.
Hay que tener en cuenta que los últimos descubrimientos
científicos –con menos de diez años- nada tienen que ver con
la educación diferenciada de hace cuarenta años. En
educación infantil y primaria, las niñas van por delante de
los niños en ese ritmo cognitivo, que en habilidades
lingüísticas y destrezas verbales maduran antes, y hay que
tener en cuenta que esta diferencia de ritmo puede
perjudicar a los chicos, porque muchos se frustran, reducen
sus aspiraciones o piensan que estudiar es cosa de chica. Y
algo, que nos conviene tener en cuenta: el fracaso escolar
que tenemos en España es fundamentalmente masculino. Y si
estamos buscando la igualdad, pues también que la haya para
los hombres, que son los perjudicados.
Por otro lado, conviene tener presente, que la libertad de
opción de los padres con una pluralidad de modelos
educativos, en los momentos actuales, no los hay en España,
ya que en colegio público es exclusivamente mixto, frente a
países como EE.UU, Alemania, Francia, Australia, Suecia…
Pero como síntesis, el niño no debería ir a la escuela mixta
porque ahí se desprecia los ritmos de aprendizaje y se pasa
de la igualdad al igualitarismo absoluto… Se deja de hablar
de niños y niñas para hablar de alumnos como si fueran de
género neutro, ignorando las diferencias que marcan su forma
de aprender y perdiendo una oportunidad estupenda para
potenciar la posibilidad de cada sexo.
Para la profesora y escritora María Calvo, adalid de la
“cruzada” emprendida en España: “Estamos perdiendo una gran
oportunidad si no adaptamos los métodos docentes a la forma
de aprender de los cerebros de niños y niñas. La
coordinación o tándem entre la ciencia y la educación está
dando resultados óptimos. Por eso espero que España no se
quede atrás. Aquí seguimos aplicando métodos pedagógicos
rechazados en otros países porque dan resultados horribles,
métodos como el constructivismo según el cual no tiene que
haber autoridad en las aulas…, modelos que tuvieron su
momento en los años sesenta. ¿Y eso es modernidad? Seguimos
con ideas del pasado pese a que arrojan resultados pocos
satisfactorios”.
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