Escribí semanas atrás que Juan
Vivas estaba en las mejores condiciones para hacer una gran
obra que recordara siempre su vida como gobernante de Ceuta.
Pues goza del aprecio casi general y, por tanto, de una
confianza ilimitada. Que es el mejor aval para pensar bien y
tomar decisiones importantes que puedan repercutir
favorablemente en la ciudad y de paso, por qué no,
permitirle dejar huella imperecedera entre sus
conciudadanos.
Ponía, entonces, el ejemplo de Pedro Pacheco, alcalde
de Jerez de la Frontera, cuando no dudó en enfrentarse con
sus muchos adversarios a fin de sacar adelante la
construcción de un circuito de velocidad en su pueblo. Y lo
hizo aprovechando su tirón callejero y, sobre todo, un
momento donde era venerado por una miríada de personas.
Obra, por cierto, que resultó ser todo un acierto y de la
que viven muchas familias cuando se celebran los
acontecimientos deportivos que se le asignan.
La obra que puede dejar constancia imperdurable del éxito
rotundo de JV como presidente de la Ciudad, seguro que está
más que meditada y hasta puede que el proyecto esté ya
guardado bajo siete llaves. Me da a mí en las pituitarias
que, cuando el presidente pueda anunciarla, será un momento
estelar para él y un día inolvidable para los ceutíes.
Mas el hombre propone y... los problemas financieros son los
que impiden que un proyecto, por importante y benéfico que
sea para Ceuta, se vea realizado. De ahí mi temor a que
éste, del cual sé algo, pueda quedar arrumbado y etiquetado
como imposible de llevar a cabo por intransigencias
políticas de quienes no están dispuestos a ceder lo más
mínimo en sus pretensiones.
El temor a que Juan Vivas no pueda ver convertida en
realidad una idea extraordinaria es, sin duda, el haber
leído el domingo pasado, en este medio, lo que fue escrito
bajo el título de “Los problemas de Acemsa”. Porque su autor
dio muestras evidentes de conocer perfectamente los
entresijos del Gobierno y, sobre todo, de saberse de
carrerilla los enormes problemas económicos que vienen
ocasionando las empresas municipales.
El firmante de lo escrito le augura un mal futuro a ese
deseo que tiene el Gobierno de emprender una obra colosal en
la ciudad, debido a que el presidente se ve atenazado por
dificultades financieras y presupuestarias. Las cuales
podrían solucionarse con la venta de empresas y acudiendo al
recurso impopular de la subida de impuestos. Y uno está de
acuerdo con el hacedor de “Los problemas de Acemsa”. Por
entender perfectamente que sabe mucho del asunto sobre el
que ha escrito.
He aquí, pues, cómo un hombre, Juan Vivas, que arrasa en las
urnas y que tiene a innumerables caballas bailándole el
agua, se ve imposibilitado de acometer una obra con la que
sueña desde hace ya mucho tiempo. Y es así por razones tan
claras como contundentes: porque para obtener dineros con
los que afrontar el mayor reto de su vida municipal,
necesita tomar medidas impopulares. Máxime en los momentos
que corren. Y, encima, Salvador de la Encina, a la
chita callando, no cesa de dar los pasos consiguientes para
irse ganando la voluntad de quienes no están dispuestos a
ceder un ápice de lo que tienen logrado. Y, por si fuera
poco, los empleados de las sociedades municipales pierden
los nervios en cuanto se les habla de privatizaciones.
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