Tenía la creencia que, algunos de
los de la gorra y el pito con mando, en ocasiones y ante
ciertas circunstancias se hacían los tontos. Después de
observarlos, detenidamente, he llegado a la conclusión de
que no se lo hacen, sino que son tontos con balcones a la
calle.
Dice un refrán que “Dios le da pañuelos a los que no tienen
moco”. Y servidor, después de observar, detenidamente, a
algunos de los de la gorra y el pito con mando añadiría que
“Dios le ha dado pito y gorra a unos inútiles y analfabetos
que no saben hacer la o con un canuto de caña”.
Lo peor que tienen todos estos personajillos, inútiles,
analfabetos, personajillos de medio pelo con pito y gorra de
mando es que, al recibir ese premio que la tómbola de la
vida le ha otorgado para dirigir cualquier cosa aunque esta
sea insignificante, llegan a creerse los “reyes” del mundo
mundial, actuando con todo su odio hacia aquellas personas
que por sus cualidades intelectuales están muy por encima de
la diarrea mental que carcome el cerebro de todos estos
ignorantes.
A todos ellos les gusta salir, cuantas más veces mejor, en
los periódicos o en cualquier medio informativo rodeados, a
ser posible, de personajes importantes de la ciudad y
amparándose, en esas fotografías, en la calidad intelectual
de estos personajes tapan sus incapacidades y poder, de esa
manera, enseñarles a cuatro pobres diablos esa reuniones en
las que ellos han estado presente.
Se olvidan contarles, a esos pobres diablos de igual altura
intelectual que las suyas, que sólo han acudido a esa
reunión a hacer bulto, sin osar intervenir porque, en
ocasiones, ante las palabras empleadas por estos personajes
ellos no saben ni a qué se están refiriendo.
Naturalmente, cuando llegan y reúnen a esos pobres diablos
para contarles cuanto ha acontecido en esas reuniones en las
que ellos han salido en la fotografía, les cuentan haciendo
suyas las intervenciones de algunos de estos personajes
sobre el tema ha tratar. Manda…la cosa.
Lo que más me cuesta entender es que personas con una mayor
preparación e inteligencia que todos estos de la gorra y el
pito con mando, caigan en la trampa y escuchen las mentiras
que les cuentan esos ignorantes sobre sus grandes
intervenciones en esas reuniones para solucionar los
problemas que se han presentado. De verdad, contada
sinceridad, no entiendo a esas personas que conociendo la
incapacidad de estos individuos les escuchen contar el
cuento de la buena pipita. Quizás para después, cuando la
reunión ha terminado, comentar con los amigos las enormes
chorradas que han tenido que escuchar y que, en estos
momentos, les sirve para cachondearse de todos estos
“payasos”.
De que, en ocasiones, al final de esas reuniones estos
inútiles, analfabetos y personajillos de medio pelo, han
servido de cachondeo. Puedo dar fe de ello, después de
escuchar una conversación en un céntrico hotel.
Ya lo dice el refrán “el hábito no hace al monje”. Y estos
personajillos de medio pelo, ni vestidos de Armani dan el
pego.
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