Regresando a Ceuta, me he detenido en Lorca (Murcia) en casa
de un familiar y entre las conversaciones que mantuvimos
salió la actuación del presidente venezolano Hugo Chávez en
la Cumbre de los Despropósitos.
La imagen de nuestro Rey, símbolo de la discreción, se ha
visto afectada y no solamente por esa confrontación que
mantuvo con el líder venezolano de carisma bolivariano, sino
también por los muchos incidentes que ha tenido éste año.
La actitud del “gorila” Chávez, utilizando el incidente con
nuestro rey para afianzar su poder es totalmente deleznable
y ha tenido la oportunidad de demostrar al mundo las dos
caras y la hipocresía que copan esas reuniones
iberoamericanas.
Es igualmente lamentable el narcisismo de Hugo Chávez, un
narcisismo que ya está hartando y fastidiando a sus aliados
y desvela al mundo, a través de la Cumbre de los
Despropósitos, la enorme fractura ideológica que divide a
América Latina en un campo de batalla entre el chavismo y el
chilenismo.
La mención del venezolano a los supuestos silencios
impuestos por los españoles a los indios solo podía ser
efectivo mediante el degollamiento… no es más que una
expresión de un narcisista petulante y frío calculador de la
manera de cómo mantener engañado a su propio pueblo. Así fue
desde siempre en casi todos los países sudamericanos desde
que España dejó de guiarlos. De repúblicas bananeras hasta
feudos de pseudo-políticos provinentes de países exóticos,
como Medem (Argentina) y Fujimori (Perú) no hace más que
dejar claramente la descalificación de esos políticos que
usan el amedrentamiento chulesco y la total falta de ética y
educación para imponer sus pareceres.
Chávez se quitó la careta y traspasa el límite de lo
tolerable en una democracia, pero como estamos acostumbrados
a ver que allá dominan los déspotas y tiranos tipo General
Tapioca (uno de los personales de la célebre serie de
“Tintin” del dibujante belga Hergè) no nos extrañaría que
consiguiera aprobar el pseudo-referéndum que le otorgará
todos los poderes dado que hasta la fecha viene machacando a
los partidarios del «NO» mediante la actuación de su propia
guardia personal.
La configuración que tiene Chávez de la Memoria Histórica,
no de su país sino de toda la América Latina, es una
auténtica planificación ofensiva para quienes dieron al
Nuevo Mundo un método de desarrollarse de cara al futuro,
obviando los modos, y que ahora, gracias a esa “invasión” y
supuesto “degollamiento” de indios, para callarlos, posee el
propio Chávez como su finca particular y sólo le está
sirviendo para granearse problemas con el resto de países…
sin olvidar que los antecesores ascentrales del propio
presidente venezolano tal vez fueran asesinos en la versión
de adoradores de un dios que permitía el sacrificio de seres
humanos.
No quiere reconocer ese presidente que el desarrollo de los
países que configuran la América Latina ha sido posible
merced a la actuación de gente provinente del Viejo
Continente europeo y su actitud de “no quitar” ojo a las
empresas instaladas en su país no es más que un exabrupto
desesperado que aprovecha para hacer creer a su propio
pueblo que sólo él, Hugo Chávez, llevará al mismo a la
cúspide de la prosperidad. No quiere ver, porque no le
interesa, que su amigo Castro (del que creo que ya es un
difunto) ha llevado a su país, país de mi mujer, a la más
tremenda bancarrota que país alguno pudiera llegar.
La izquierda latinoamericana quiere convertir en referencia
a nuestro país en el supuesto de que se la teme más que se
la ama y ahí hace hincapié el presidente venezolano.
Ya es un motivo rutinario el acaparamiento de los titulares
de la prensa latina la presencia de Chávez en cualquier
reunión que celebre y todo ello gracias a la escena
provocada con el Rey Juan Carlos que ha complacido a
millares de personas que sufren la diarrea verbal crónica
del venezolano, para quién es importante evaluar todo eso
para convertir el impopular referéndum en un plebiscito
popular sobre su persona. Puede equivocarse de objetivo:
España y su rey son muy populares en América Latina.
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