No se podía esperar otra cosa de
Hugo Chávez y ha bastado la espontánea actuación de SM el
Rey de España, para que empiece a subirse por los árboles.
Es típica, ya, la lengua asilvestrada de este dictador que
quiere ser “caudillo” y es típica porque en términos
correctos, dialogantes y, menos, diplomáticos, no podría
salir a la puerta de su casa.
Llegó en su momento, se hizo con el poder de la forma más
atrevida que se esperaba y sólo la hipocresía de la política
le mantiene ahí, hasta que algún sector económico diga:
¡Basta ya!.
Pero antes de llegar a tanto, porque no sería él, sino que
sería el pueblo el que perdiera, él ya quiere echar un
órdago a las empresas españolas que operan en Venezuela.
Y me parece bien que controle los intereses de su país, pero
me parecen nefastas las amenazas de estos días, cuando ha
quedado en evidencia su falta de tacto político y personal,
así como su falta de educación en el diálogo, que él hizo
monólogo, con Zapatero.
Los dictadores actúan así, no pueden actuar de otra forma,
porque no saben y porque si actuaran de otra forma no serían
dictadores, o sea que no serían nada.
Cuando dice que habrá que poner el ojo en las empresas
españolas que operan en Venezuela, habría que preguntarle si
es que hasta ahora esas empresas actuaban sin control
venezolano, haciendo a su capricho lo que les diera la gana.
Si hubiera sido así es que la dignidad, capacidad y ética
del “caudillo” Chávez estaban en el lugar que se supone que
están los dictadores, en el capricho del “porque me da la
gana”. Si por otra parte, hasta ahora, el control era
correcto y las cosas se hacían como se tenían que hacer,
poco les puede importar a las empresas españolas la rabieta
de Chávez, que viene, únicamente, de ese cara a cara con el
Rey.
Y si Chávez cree que puede hacer lo que quiera, se va a
equivocar cuando hay en Venezuela operando muchas empresas
españolas de gran prestigio como: Acciona, Repsol YPF, ACS,
Editorial Planeta, los dos bancos más importantes de España
hoy y un largo etc., con lo que una marcha de todos esos
ingresos dejaría tiritando la economía venezolana.
Si los datos que han llegado a nuestras manos son correctos,
la inversión española directa bruta en Venezuela se situó en
93.652 millones. Esto es mucho dinero y no sé si el Gobierno
se está dando cuenta que está promocionando demasiado a un
dictador.
Y que ahora nadie se engañe, porque en la zona conviven dos
izquierdas totalmente distintas en la forma y en los
comportamientos:
Por un lado está la izquierda socialdemócrata con países
como Perú, Chile o Brasil y por otra parte está la del
populismo revolucionario y antisistema con Venezuela, con
Bolivia o con Ecuador, por ejemplo.
Con los acontecimientos de estos días no debe extrañarnos
que Chávez y sus seguidores hayan asestado el golpe final
para terminar con las Cumbres Iberoamericanas que nada
agradables eran para ellos y en las que España, desde hace
años, había puesto un gran empeño.
Estos días el “caudillo” Chávez va a estar muy ocupado,
tendrá que viajar mucho para buscar ese respaldo que le
erija, de por vida en soberano todo poderoso de su país.
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