No hay día en que no se viva un
nuevo episodio deprimente en el entorno de la frontera del
Tarajal con el Biutz como denominador común de desórdenes,
marabuntas humanas y eje centralizador del caos más absoluto
que sigue superando a las Fuerzas de Seguridad o, para ser
exactos y rigurosos a la Policía Nacional que es quien día
tras día sufre las consecuencias del capricho de la apertura
de este acceso que nunca logró el propósito por el que se
construyó. Es el cuento de nunca acabar. Se hace realmente
complicado bregar con quien no está acostumbrado a un
comportamiento cívico. Desde el punto de vista de una
sociedad avanzada en derechos y libertades, establecida ya
en el bienestar y la calidad de vida, resulta tarea
imposible el imponer la fuerza de la razón entre quienes han
nacido y se han criado sufriendo la imposición subjetiva de
una sóla razón por la fuerza. Este es el caso de los más de
diez mil porteadores que no se avienen, en ningún momento, a
un orden establecido, provocando caos e incomodidades para
todos. ¿Cuánto le está costando al estado español el
establecimiento de turnos permanentes y dotación de
seguridad suficiente para intentar sostener la presión
diaria del Biutz?. ¿Cuánto le reporta a la Ciudad, en
concepto de Ipsi, la mercadería que a diario sale por
toneladas por el Biutz?. ¿Cuánto le reporta a los
empresarios marroquíes y a los propios porteadores el
‘trabajo’ de cargar cada día mercancía desde Ceuta?. Hay
suficientes elementos interesados como para poder
entenderse. Distinto es que al vecino país no le interese ni
lo más mínimo normalizar la situación. Es más, parece que se
recrea con el ambiente que logra generar en Ceuta.¿Está
Ceuta preparada para prescindir del Biutz y de los
porteadores?. Debería estarlo. El negocio del Tarajal
acabará en sólo dos años, justo cuando Marruecos realice su
anunciado desarme arancelario y, a buen seguro, no
preguntará si esa medida afectará a Ceuta.
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