El consejo de Ministros aprobó el pasado día 2 de Noviembre,
la nueva regulación del Bachillerato, con lo cual la
excelencia académica y el esfuerzo quedan de nuevo
arrinconados con una normativa que, con el pretexto de
combatir los altos índices de fracaso escolar en el
Bachillerato –una nueva denuncia de la OCDE-, sólo pretende
enmascararlos con una fórmula de promoción que hará que los
alumnos estén más tiempo en el Centro Educativo, pero sin
preocuparse de que aprendan más y mejor.
Por todo ello, el futuro del sistema educativo, se vuelve
más sombrío e incierto de lo que ya estaba tras la
aprobación de la LOE y de su desarrollo reglamentario
relativo a la ESO.
Recordaré que la nueva regulación del Bachillerato, permite
que un alumno con tres o cuatro asignaturas pendientes en el
primer curso, pueda matricularse en dos o tres del segundo
curso, con lo cual ni se repite curso íntegramente, ni se
promociona el siguiente, sino que en realidad se crea un
tercer curso de Bachillerato formado por materias de los
otros dos.
Por otro lado, también recordaré que esta medida no estaba
prevista en la LOE, que sólo contempla la promoción al
referido curso cuando se han aprobado todas las asignaturas
del primero, o se han suspendido, como máximo, dos de ellas.
Nos conduce todo esto a afirmar que la fórmula aprobada por
el Gobierno no tiene base en la LOE y, por lo tanto cabe
dudar fundamentalmente de su legalidad. Este planteamiento
reincide en un modelo muy lesivo para la formación de los
jóvenes, porque no inculca en ellos un elemental sentido de
la responsabilidad académica, no retribuye el esfuerzo en el
estudio y, en cambio, bonifica a los que directamente opten
por hacer el Bachillerato en cuatro años y no en dos. No hay
argumentos de peso para afirmar que con esta fórmula –el
fraccionamiento del Bachillerato- el fracaso académico se
vaya transformar en éxito.
Es necesario recurrir a las estadísticas, que nos van mal.
En los primeros días del pasado mes de Octubre, el sistema
educativo español suspendió en casi todos los objetivos de
la U.E, según se desprende del estudio anual de la Comisión
Europea. El informe pone de manifiesto que España se sitúa
por debajo de la media europea en cuatro de los cinco
indicadores marcados por la U.E, para mejorar los sistemas
educativos de aquí a 2010. Los indicadores son: reducción
del fracaso escolar, aumento de los jóvenes que cursan la
enseñanza obligatoria, mejora de la comprensión lectora y
aumento del número de diplomados en matemáticas, ciencia y
tecnología. Sólo la formación permanente de adultos está por
encima de la media comunitaria.
Tras el informe “Panorama de Educación 2007” referido al
curso 2004-05 y difundido por la OCDE (Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos) el pasado 18 de
Septiembre, ya ponía de manifiesto que España se mantenía en
el furgón de cola de los países desarrollados, en cuanto al
número de titulados en Bachillerato y Formación Profesional,
con un 72% de los estudiantes. Por detrás, sólo quedan
México y Turquía y en, los mismos niveles Nueva Zelanda.
Esto significa que nuestro país está a diez puntos de la
media de la OCDE (82%) y a catorce de los índices marcados
por los países miembros de la U.E (86%). Además, los datos
insisten en que el 29% de los alumnos que terminan la ESO no
continúan estudiando, al menos de forma inmediata.
Con estos datos es para que nuestros responsables educativos
se pongan nerviosos, y apliquen “lo que sea, como sea”,
porque la nueva regulación no resolverá esta situación, ya
que se tardará más tiempo en reflejarse en las cifras
oficiales, porque ampliará el plazo del abandono escolar. Es
decir, el problema no se soluciona, pero se maquilla.
Por otro lado conviene citar a Gregorio Salvador, de la RAE
“Se ha pretendido ir más lejos, sin reparos ni miramientos,
en determinada línea emprendida, en la recuperación de
saberes y modales, de todo lo estúpidamente maltratado o
destruido, con refrendo legal, en los últimos veinte años.
Porque se ha hablado de caos, yo mismo he escrito alguna vez
acerca de la catástrofe en la enseñanza o del desastre
educativo. Todos son sustantivos válidos para referirse a la
situación creada; pero después de haber leído cuidadosamente
el inquietante libro La secta pedagógica de Mercedes Ruiz
Paz, licenciada en Pedagogía, maestra de primaria, pienso
que la palabra más propia es destrozo. Un destrozo
consciente y, por lo que se deduce, no enteramente gratuito.
Un destrozo que requiere urgente reparación”.
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