Amaina el ruido provocado por la
visita de los Reyes a Ceuta y Melilla. Así empieza un
artículo de Eduardo Mendoza, escritor catalán, en El
País del día 12, bajo el título de enclaves, que es toda una
declaración de desprecio por tierras a las que tacha de
poder ser residuos coloniales. Y luego larga con habilidad
malsana para recrearse en la suerte de alimentar el error de
quienes hablan contrariamente sin conocer la historia de
ciudades soberanas.
Amaina el ruido provocado por la visita de los Reyes a
Ceuta, pero no decrece el sentir de quienes piensan que
Antonio Burgos merece ser idolatrado a partir de ahora
por los ceutíes. Verdad es que el magnífico escritor y
articulista, sabe explotar la vena sensible de los pueblos
en el momento oportuno. Tiene, Burgos, sin duda, el don de
la oportunidad siempre muy cerca de la derecha monárquica.
Y, claro, al maestro, experto en ser más que nadie de muchas
cosas, aprovechó la visita de Don Juan Carlos y de
Doña Sofía, para airear que de mayor quiere ser
caballa..., caballa de Ceuta. Pues muy bien, maestro,
solicite la residencia y véngase para acá.
Amaina el ruido provocado por la visita de los Reyes, y
aumenta el ruido de los problemas que tiene que resolver el
presidente de la Ciudad. Que no son pocos. Aunque conviene
recordar que la situación de éste es extraordinaria. Cuenta
con una legión de incondicionales que lo arropan en todos
los sentidos y bendicen cualesquiera decisiones que tome. En
estos momentos, y tras la visita de sus Majestades, Juan
Vivas es político famoso y valorado. Un mirlo blanco.
Pero la Fama, como bien sabe el presidente, término
entendido como voz pública, es enunciada como un mal, muy
veloz cual ningún otro. Aun así, su forma de ser seguro que
le va a permitir administrarla de manera que no le ciegue ni
la pasión ni tampoco lo coarte a la hora de afrontar
situaciones que están pidiendo a gritos que asuma sus
responsabilidades. Y no delegue tanto en personas carentes
de carácter y temerosas, por tanto, de dar la cara en
situaciones comprometidas.
Amaina el ruido provocado por la visita de los Reyes, y
continúan las algarabías y desbarajustes por los pasillos de
la Radiotelevisión de Ceuta. El escándalo no cesa y el
presidente del consejo de Administración no sabe cómo
hincarle el diente a una situación tan bochornosa en todos
los aspectos. No vale decir, al menos así lo pienso yo, que
Jaime Wahnon es una persona excelente, que será así,
y que conviene no hablar de él porque se puede venir abajo.
Porque las buenas personas pueden mejorar esa cualidad
cumpliendo con los deberes que han aceptado cumplir cuando
son elegidas para disfrutar de un cargo muy bien remunerado.
Y a él le corresponde, cuanto antes, poner orden en una
empresa pública donde reina el caos.
De lo contrario, la oposición pedirá la intervención del
presidente de la Ciudad. Y éste lo que desea es que Jaime
Wahnon decida si es conveniente destituir -cesar es
incorrecto- al director general del medio; petición de la
UGT y apoyada por casi todos los empleados. La situación del
presidente del consejo de Administración es delicada,
mayormente por ser cortito de espíritu; pero él, que se
conoce mejor que nadie, debió renunciar a ocupar un cargo
que le viene ancho. Ahora, sin embargo, tiene la oportunidad
de desmentirnos.
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