Dicen los entendidos en el asunto
de la tauromaquia que lo que hace grande a un torero,
convirtiéndolo en primera figura es saber, parar, templar y
mandar. Si los entendido lo dicen que saben mucho más que yo
es porque, sin duda alguna, será así. Vamos, digo yo.
Pienso, y en esta ocasión no voy a pedir perdón por pensar,
que ya han pensado bastante las “lumbreras” de esta tierra
con resultado más nulo que el de una muñeca, que este símil
taurino se le podría endosar a los grandes políticos puesto
que, ellos, llegan a ser grandes figuras de la política,
desde el momento que saben parar a los contrarios, tener
mano izquierda con lo que templar las cosas y, por supuesto,
saber mandar en todo momento y ante todas las
circunstancias. Cosa, por otra parte, que no son fáciles de
poseer.
Pues bien, después de las dos soberbias actuaciones de
nuestro presidente Juan Vivas, donde a sabido parar, templar
y mandar, ha obtenido todos los méritos necesarios para
consagrarse como un gran político. Vamos, que ha dado la
talla de gran político ante los más exigentes. Incluso sus
propios enemigos han tenido que decirle chapó al presidente.
Juan Vivas, al que le tengo afecto porque me da la gana y
porque quiero. El afecto es un sentimiento personal e
intransferible que no me ha llegado porque, el presidente,
me haya dado ningún carguito ni nada por el estilo. Que si
fuese por eso, más que un sentimiento nacido de la amistad,
sería por ser un estómago agradecido, cosa que nunca
ocurrirá porque nada le he pedido ni, por supuesto, nada le
voy a pedir. O sea que me puede borrar con tranquilidad de
la lista que conforman todos aquellos que, cada día,
aparecen para preguntarle “¿de lo mío, qué?”.
Y hablando de listas, me siento orgulloso de estar en otra
lista, “negra”,de algunos mandas con pito y gorra. Lo que me
permite decir lo que pienso de todos ellos con toda
claridad, entre otras cosas, el reconocimiento de su escasa
preparación cultural que les lleva a ingresar, por méritos
propios, en la lista de los analfabetos.
Me estoy desviando del asunto. Lo que yo les quería decir de
Juan Vivas, aplicándole el símil taurino es que, nuestro
presidente, últimamente, en corto espacio de tiempo ha hecho
dos faenas, de esas que hacen salir a hombros por la puerta
grande portando todos los trofeos.
La primera el discurso pronunciado, ante sus Majestades, con
motivo de su primera visita oficial a nuestra tierra. Pedazo
de discurso se marcó Juan. Un discurso para estarle
diciéndole ¡Olé! A cada frase pronunciada. Y la segunda, la
que le dio sopa con ondas a todos los tertulianos en la
entrevista que le realizó Ana Rosa Quintana. Allí, de
verdad, por derecho supo estar a la altura de las grandes
figuras de la política, contestando a todas cuantas
preguntas le hicieron con gran brillantez.
Juan Vivas, fue en su día un gran funcionario. Y ese gran
funcionario, se ha convertido, con el paso del tiempo en un
extraordinario político que sabe en cada momento marcar,
como los grandes maestros, todos los tiempos, parar, templar
y mandar.
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