Me pasé toda la película diciéndome: “Está bien, pero esto
ya lo he visto”.
Sin duda que El orfanato es una opera prima talentosa, en la
que su director José Antonio Bayona demuestra el dominio de
las herramientas para crear suspense y terror, con un guión
con giro sorprendente al final, pero a mí me resultó un
continuo déjà vu –ya visto– el cual me dejó bastante
indiferente.
Cuando vi el trailer por primera vez pensé que era otra
película como Los otros, y no andaba desencaminado, pero
comencé a leer críticas buenas de la película y luego fue
designada para representar a España en la carrera por los
Oscar, por lo que me entró el gusanillo de la curiosidad.
Las primeras palabras del Génesis en el Antiguo Testamento
son: “En el principio Dios creó el cielo y la tierra”.
Exceptuando la procreación, crear de la nada está reservado
a los dioses, sin duda. Aquí abajo, los humanos progresamos
acumulativamente: seguramente Alfred Hichcock se inspiraría
en Murnau y Amenábar en Hitchcok y Bayona... Bayona en todos
ellos y muchos más, pero El orfanato es demasiado evidente.
Una mujer en una casa tétrica con un niño friki ¿y
fantasmas? ¿No se parece demasiado a Los otros?
El guión de El orfanato está construido sobre la base del de
Amenábar, sólo que Los otros tenía algo que la hacía genial:
que era un cuento de fantasmas desde el punto de vista de
los fantasmas, es decir, los fantasmas eran los humanos. La
primera vez que se hacía tal cosa; y el giro de guión te
dejaba perplejo.
Sin embargo, en la obra de Bayona estás esperando ese giro
en tanto en cuanto la película anda por derroteros ya
transitados no sólo por Los otros sino también por El sexto
sentido.
Hay que agradecer a Bayona que su película ata todos los
cabos, algo que no pasaba en El sexto sentido, una película
tramposa hasta cabrearte, pero que M. Night Shyamalan
consiguió recubrirla de un halo de tristeza que no lograron
ni Amenábar ni ahora Bayona.
Así pues, mientras estaba sentado cómodamente en la butaca
del cine me decía a mi mismo: “Esto ya lo he visto en Los
otros; esto otro en Otra vuelta de tuerca; y esto en
Porltergeist; ¡maldita sea, y esto en El sexto sentido!”.
Al final llegó el giro de guión, que por tan esperado no me
resultó tan sorprendente. Además, pasa algo con estas
películas en la que nada es lo que parece: que nunca se
volverán a conseguir las sensaciones de su primer visionado.
En el segundo dirás, es verdad, todo encaja, pero ya no
habrá sorpresa final; y en la tercera... seguramente ya no
la vuelvas a ver una tercera vez.
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