Acabo de llegar a Ceuta tras un viaje un poco accidentado.
Bueno, accidentado si se puede entender como accidente los
errores burocráticos de las agencias de viajes. No voy a
ahondar en el tema porque tal vez no sea de interés para
nadie. Con decir “¡¡Ya estoy aquí!!”, imitando a Josep
Tarradellas, creo que será suficiente aunque las miras no
las tengo puestas en la presidencia de la Ciudad Autónoma,
que quede tranquilo Juan Vivas.
Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo
por el PP de Melilla sobre su crítica al ministro de Asuntos
Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, por la poca claridad que
emana de la respuesta a las pretensiones anexionistas de
Marruecos y que, además, ofrece en bandeja a los vascos una
mano. Eso de que “… Marruecos está defendiendo lo suyo”
parece más bien una declaración de principios sobre la razón
que tiene el país vecino en su reivindicación de Ceuta y
Melilla.
Cabe destacar que conviene al ministro efectuar una
ratificación o una rectificación de esas palabras para que,
los ceutíes y melillenses, tengamos claro cual es la postura
del Gobierno español respecto a las reivindicaciones
apoyadas por manifestaciones de los moros y, si procede,
obrar en consecuencia.
Estas mismas palabras se podrían aplicar al entorno vasco,
por lo que es demasiado desafortunado ese “lapsus”
significativo de todo un ministro de Asuntos Exteriores.
Lo que está haciendo el ministro es una perogrullada de la
que se aprovechará el monarca alauí para proseguir con sus
reivindicaciones. Y ya que he hablado de perogrullada, veo
que podemos aplicar las verdades de Perogrullo en el sentido
que le dio Juan de la Encina “Desta condición es la frase
que oí yo en boca de un galán, que comenzaba: Como el
mensajero se fue sin ella, no la llevó, y así quedó acá por
no llevalla. Y quién tantas palabras decía sin necesidad,
aunque sí con necedad, no dijo toda ella la frase” –Es una
interpretación libre de la mencionada nota- y aunque a mi
parecer el tal Perogrullo (En realidad el imaginario popular
lo llamaba Pero Grullo) era un ermitaño sobre el que, en
1460, fue escrito un documento que se llamaba “Profecía” y
comienza:
“Yendo de romería a Calatrava la Vieja, salió a mí un gallo
en figura de ermitaño, su escapulario puesto, que si no
fuera por el pico no le conociera. Su hábito pardo, calabaza
ceñida, un cayado en la mano, en la otra una sarta de
buñuelos, rezando el ‘Verbum caro’. Saludóme; pregúntele
quién era; respondióme: «Á mí me llaman Pero Grillo, siervo
de San Hilario, el cual me aparesció esta noche á medio día
con una grande luminaria de linternas sin candelas en
derredor ceñidas.
Después, el ermitaño Pero Grillo, lanza una profecía que es
una sarta de perogrulladas, entre las que se leen cosas
como: El primero día de enero que vendrá será primero día
del año, que todo el mundo no lo estorbará, si con tiempo no
se remedia. Este día amanecerá al alba. Vendrá una niebla
tan grande y tan oscura que cubrirá el cielo, y no habrá
hombre, por ciego que sea, que vea las estrellas á medio
día…”
Apliquemos esto a las reivindicaciones de los moros y
tendremos una perogrullada pasada por agua. Más aún que un
tal Fernán González de Eslava soltó en 1583 un verso que
rezaba:
“Muy bien supiste decillo,
Con mayor razón que un grillo,
Y envuelto en esotra gente
Tengo que ir a recibillo”
Si tenemos en cuenta que en Catalunya a los grillos lo
llaman pedros o príncipes y una canción infantil de la
región reza: «Grillo Pedro, grillo rey, si no sales va a
llover y será tu padecer.»
Escribiendo una perogrullada, diría: “España está en el
Norte de África con la presencia de dos ciudades marinas,
que se llaman Ceuta y Melilla; el moro no tiene razón
exigiendo las merinas, teniendo oculta la impoluta bolilla.”
|