En un artículo publicado en el decano, suponemos que de
opinión, (porque de información nada, a pesar de quien lo
firma debe saber que la información debe ser veraz y la
opinión debe nacer de cierta ilustración, de la que por
cierto los bueyes carecen), un artículo que pretende
analizar el pasado, el presente y el futuro de la televisión
en nuestra ciudad, al remontarse a las gestiones realizadas
en materia de televisión por el Sr. Fortes, a la sazón
Presidente de la Ciudad hace años, se cita una alianza o
sociedad propiciada por Jesús Fortes entre tres empresarios
dedicados a la comunicación, de los que según el
articulista, dos tenían experiencia en el campo de la
comunicación audiovisual y el tercero ninguna experiencia en
ese campo. De uno de ellos, consta a todo el mundo su
probada experiencia en materia de televisión, pero del otro
al que le pretender asignar también cierta experiencia, es
de sobra conocido que en lo que de verdad se había
especializado era en utilizar el Ayuntamiento del que fue
preboste, para más señas “el sartenero”, para beneficio
propio y que, por otra parte, no pasó de la carta de ajuste
en cuanto a sus conocimientos de comunicación televisiva.
La sociedad que compartían para producir y emitir televisión
local, se fue al traste por falta de ingresos, como
consecuencia de decisiones del gobierno del GIL, ya que era
la Ciudad Autónoma quien financiaba únicamente el
funcionamiento de la televisión y el GIL tenía sus propios
planes para controlar la información en la ciudad. La
sociedad entró en quiebra y no pudo hacer frente a
determinadas obligaciones, entre otras la de pagar las
nóminas de los trabajadores, quienes presentaron la oportuna
reclamación.
Pero curiosamente, uno de los socios, representado por su
esposa, se negó a hacer frente a sus responsabilidades, a
pesar de que la sociedad tenía activos suficientes, como
equipos, unidades móviles, videoteca, etc., con cuya venta
hubiera podido saldarse la deuda de liquidación, activos que
por cierto acabaron en poder de los dos socios a los que el
articulista pretende defender tan torpemente, quienes además
tienen que hacer frente al embargo correspondiente decretado
por tal causa.
Años después, con un concurso para la adjudicación de dos
señales de televisión digital, del que con toda seguridad
“el sartenero” se va a quedar fuera y tras montar el
chantaje periodístico correspondiente hace varias semanas,
vuelve ahora a la carga con la gran mentira contada en el
artículo a que estamos haciendo referencia, ¿¿para qué??,
tratando de zaherir a quien nada tiene que ocultar y que
está dispuesto a debatir el asunto con él cuando quiera y
donde quiera, cosa a la que se negará con toda seguridad,
porque no desea ser desenmascarado, prefiriendo como las
raposas ocultarse detrás de la mata. Al mismo tiempo,
introduce la coacción y el intento de chantaje a que tan
acostumbrados nos tiene, contra un miembro del Gobierno de
la Ciudad, que sólo ha cometido un único pecado: ser
imparcial en el ejercicio de su cargo y no permitir que
nadie maneje cosas que son de su responsabilidad. Y para
urdir la presión, desliza comentarios sobre supuestas
actividades del alto cargo, con el único fin de sembrar
dudas sobre su honestidad. Lo cierto es que este alto cargo
se está constituyendo en un estorbo para los intereses y los
manejos de los dos nuevos amigos y socios: “el sartenes” y
“el experimentado” y se lo quieren cargar, pero tengo la
sensación de que lo tienen harto difícil, porque de aquello
de que le acusan es justamente de lo mismo que ellos
pretenden hacer y por ello les estorba, y porque quien manda
no va a cesar a nadie justamente por no ceder a las
presiones de los chantajistas de siempre.
Lo dicho, la mezcla de experiencia, sartenes y manzanilla La
Guita (¡coño!, este último ingrediente se me había
olvidada), es un cóctel de mal sabor, pero inocuo, de los
que se acaban escupiendo y, en cualquier caso, la
experiencia acabará dándole la sartén a cualquiera de esos
del “cambio, cambio” y se beberá La Guita y aquí paz y
después gloria, igual que siempre.
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