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OPINIÓN - DOMINGO, 11 DE NOVIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

¿Energía nuclear?. Sí, gracias
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Mientras la crisis (política, económica, energética y axiológica) se va acercando como la Muerte, “tan callando” que diría Manrique, la sociedad occidental (con España en cabeza) sigue, alegre y confiada, encaminándose camino del abismo. No es la primera vez -ni será la última- que esta columna aborda el problema de la energía pero ciertamente nunca con tanta rotundidad pese a que, años ha, el firmante la analizaba con ojos críticos, atisbando unas consecuencias colaterales (concentración de poder y capital, proliferación nuclear, almacenamiento de residuos radiactivos sin resolver…) que siguen estando ahí, al menos en lo referente a la fisión nuclear (la fusión presenta otro perfil). Pero el mantenimiento del actual modelo de crecimiento (consumista, desarrollista e inviable ya a medio plazo) no ofrece otra salida, pese a la entrada en liza (tarde y lentamente) de las llamadas “energías renovables”, sin peso suficiente para sostener el frenético ritmo de las opulentas (sobre el papel) e insolidarias sociedades desarrolladas.

El petróleo y sus derivados tienen, a escala histórica, los días contados, mientras los países árabes e islámicos (desde Turquía a los estados del Golfo, pasando por Indonesia y el Magreb en su conjunto) se van apuntando a la construcción de reactores nucleares para producción de electricidad, en principio (salvo la amenazante República Islámica de Irán) con fines pacíficos, mientras en Viena la OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) asiste, impotente y con las manos desnudas, al control efectivo de la proliferación nuclear. En Occidente y por citar tan solo tres casos, Estados Unidos produce con 103 reactores el 19% de su electricidad, Francia con 59 centrales (y otras en construcción) llega al 78% (lo que le da un amplio margen de maniobra respecto a la dependencia de la OPEP), mientras que España cubre el 20% de sus necesidades de consumo eléctrico con 8 instalaciones; en Europa, solo Italia y Austria han desmantelado imprudentemente sus centrales (al igual que las lejanas Filipinas). Por el cono sur, Australia se apresta a embarcarse en la carrera del átomo, mientras que la pánfila Nueva Zelanda se ha declarado ilusamente “País Libre de Energía Atómica”.

En el Magreb, la Francia de Sarkozy firmó en julio un acuerdo en Libia con el iluminado Gadafi para levantar, en los próximos años, un reactor nuclear para en principio desalar agua del mar, mientras que en su reciente viaje al Reino de Marruecos impulsó un contrato a través de la empresa francesa “Será Areva” (desbancando a la rusa “Atomstroyexport) para poner en marcha una instalación nuclear (véase esta columna del 5 de mayo del corriente) con uranio propio, obtenido a partir de los fosfatos de Bou-Kraa, en el Sáhara Occidental (territorio internacionalmente sujeto a descolonización, pero anexionado de hecho por Marruecos en 1.975: las “Provincias del Sur”); Argelia por su parte (con un pequeño reactor en uso y abundantes reservas de uranio en el Hoggar, zona próxima a la frontera con Níger) pretende (con apoyo combinado ruso y francés) construir en los próximos años hasta diez centrales nucleares con fines, naturalmente, pacíficos.
 

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