Estamos en Barcelona y, como
siempre que hemos venido, nos llevamos una muy grata
impresión (incluida la del primer equipo de fútbol
representativo de la Ciudad, el Barça, al que hemos podido
presenciar en su partido contra el Betis Balompié.) a pesar
de lo que se dice, de la atención que recibimos en sus
establecimientos y, en general, de cuantas personas hemos
tenido la ocasión tratar.
Pero nos hemos encontrado, en plena efervescencia, las
inconveniencias del tráfico y, consiguientemente, los
trastornos que se producen como consecuencia de las obras
que se vienen llevando a cabo para la llegada del AVE y de
los problemas que están surgiendo en las obras ferroviarias
en Cataluña para la instalación de dicho tren resultando
ahora que, según explicaciones dadas por el Presidente del
Gobierno, el principal problema es que una empresa italiana
que trabaja en la obra ha inyectado un material sintético
para el sellado de los túneles en lugar de utilizar el
hormigón clásico que se emplea en este tipo de obras lo que
no ha contribuido a la impermeabilización produciendo, por
consiguiente, numerosos fallos en cadena de las obras
llevadas a cabo. Y lo que es peor: según dicen, el proyecto
incluye un trazado que pasa por debajo mismo del Templo de
la Sagrada Familia, símbolo, aun sin terminar, de una
Barcelona moderna, con su singular trazado viario, capital
mundial por sus construcciones modernistas y “art decó” con
que cuenta, el Tibidabo, el Parque Güell y la Casa Museo en
la que habitaba Antoni Gaudí el genio que proyectó también
el Templo de la Sagrada Familia, por citar algunas de las
mas importantes. Y decimos que se trata de lo peor porque se
teme que por la proximidad del túnel que se viene
construyendo a los cimientos del Templo (hemos podido leer
que la tuneladora se acerca a setenta centímetros del mismo)
se pudiera provocar su derrumbamiento y, con ello, la
pérdida de un monumento único en el mundo cuya construcción
comenzó en 1882 en el que trabajó Gaudí durante mas de
cuarenta años, hasta su muerte, continuándose hoy su obra
basada en el uso de innovadoras formas geométricas
naturalistas y que consta de doce campanarios de las
fachadas dedicados a los apóstoles (ocho de los cuales ya
terminados), de mas de cien metros de altura, quedando
todavía por construir los cuatro campanarios de la Fachada
de Gloria, el cimborio central de ciento setenta metros en
honor de Jesucristo, la torre de la Virgen Maria de ciento
veinticinco metros y las de los cuatro evangelistas.
Solo el tiempo que se viene empleando en la construcción del
Templo de la Sagrada Familia (ciento veinticinco años) da
una idea de la importancia de la obra y de su magnificencia
(no hay mas que contemplarla desde su crucero y transepto
para apreciar el arte y estética que encierra) y, lo que es
más, como símbolo de una capital industrial, cosmopolita y
acogedora, lo que representa ya no solo para Barcelona,
Cataluña y España sino para todo el orbe, por lo que su
demolición supondría una pérdida irreparable que habrá que
evitar a toda costa. En ello creemos están las autoridades
competentes aunque, al pensar que tan bella obra de arte
pudiera desaparecer, no tenemos mas remedio que gritar a los
cuatro vientos: ¡Salvad la Sagrada Familia!.
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