Elena Espinosa, ministra de
Agricultura y no por la gracia de Dios que esos eran otras
clases de ministros y de otra época, ha dicho que se ha
producido un “cambio de tendencia” en el precio de algunos
alimentos, con “bajadas significativas”.
Usted perdone ministra pero lo suyo me suena a broma o a un
mal chiste que, sinceramente, como diría mi amigo el gitano
Juan,”con las cosas de comer no se juega”. Cómo puede decir
semejante frase, señora ministra, cuando todos los artículos
están subiendo sus precios y no hay un dios que baje alguno
de ellos. Lo único, señora ministra, que experimente una
bajada y que cada día nos hace más pobres, a los pobres, son
los sueldos.
Vera usted, ha subido el pan, la leche, los huevos, los
cereales, las legumbres, las conservas y los pollos. Que,
por cierto, hablando de la subida de los pollos, tengo que
decir y digo que era el artículo que, cada domingo, podíamos
comer los pobres. Ahora con la subida de éste ave de corral
auténtico socorro de la alimentación de los pobres, se ha
convertido en un artículo de lujo, que ya veremos quién se
lo puede comer cada domingo.
Hombre, mire usted, qué quiere qué le diga, después de leer
su frase de que el precio de algunos alimentos experimenta
una bajada significativa. Igual lleva razón y al decir lo de
la bajada significativa, se está refiriendo a que artículos
que estaban en el tercer piso de la estantería, con motivo
de estar colocándose los artículos navideños, han sido
bajados al segundo piso de la estantería, lo que sin duda
demuestra que hay un leve descenso en los artículos, en
cuanto a colocación en las estanterías se refiere. Por lo
demás, señora ministra, le itero que no hay un dios que sea
capaz de bajar los precios y mucho menos, en los momentos
actuales, cuando se acerca la Navidad, que todo los
artículos suben.
Creo, y a lo mejor estoy equivocado que todo puede pasar,
que su señoría no va a hacer la compra desde hace bastante
tiempo. Seguramente si lo hiciera, jamás hubiese dicho
semejante frase porque, cada día, las cosas cuestan más
caras y los españolitos de a pie, cada vez, tenemos menos
dinero gracias a la ruina que nos ha traído el euro.
Desde que acogimos la maldita moneda, desde ese mismo día
somos un sesenta y seis por ciento más pobres. Pobreza que
va aumentando paulatinamente, sin prisa pero sin pausa,
debido a la subida de los precios de alimentos de primera
necesidad. La subida de estos precios de los artículos de
primera necesidad supera en mucho la subida salarial, con lo
cual la descompensación es tan grande que, sin lugar a duda
alguna, cada día los pobres somos más pobres.
Naturalmente esto no lo notan, todos aquellos que ganan unos
buenos sueldos y, por tanto, no tienen problema alguno en
que los artículos de primera necesidad, pan y leche, suban
lo que quieran subir.
Lleve usted, señora ministra, cien euros al mercado y
realice la compra, si puede para dar de comer a cuatro
personas. Ya me contará los milagros que hay que hacer, cada
día, para comer.
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