La declaración como Bien de
Interés Cultural (BIC) de los Baños Árabes que el Consejo de
Gobierno de la Ciudad Autónoma formalizará, en la primera
decisión de este tipo que se toma en Ceuta desde que asumió
las competencias de Patrimonio Histórico, es una prueba
palpable del compromiso que Juan Vivas contrajo en junio,
durante su discurso de toma de posesión como presidente de
la Ciudad, con la defensa del Patrimonio de todos los
ceutíes. Esta declaración, una figura de protección de los
bienes culturales establecida por la Ley 16/1985 del
Patrimonio Histórico Español, fue asumida paulatinamente por
la legislación de las Comunidades Autónomas con la
supervisión del Ministerio de Cultura para proceder a su
declaración definitiva. En buena lógica, tras esta deberán
seguir las de la Santa Iglesia Catedral y la vieja Estación
de Ferrocarril, cuyos expedientes ya han sido iniciados
también por el Ejecutivo autonómico.
Esta no es, además, la única iniciativa en marcha de la
Consejería de Cultura que dirige Mabel Deu en aras a
proteger los monumentos que son santo y seña de la ciudad.
Recientemente la consejera ha obtenido también el compromiso
de la Administración General del Estado para contribuir a
ejecutar la segunda fase de restauración del Revellín de San
Pablo, dentro del conjunto de las Murallas Reales, y a la
rehabilitación de las Murallas Merinidas, cuyos trabajos ya
se han iniciado. Los mismos elogios merece la senda de
trabajo iniciada para elaborar la Carta Arqueológica
Submarina, un documento al que pueden no vérsele grandes
potencialidades a corto plazo pero que sin duda las tendrá a
medio y largo plazo, máxime si la ciudad sigue apostando por
su litoral como gran atractivo turístico y deportivo.
La defensa del Patrimonio, como la Cultura y tantas otras
áreas de escasa repercusión mediática, es un asunto que los
gobernantes no deben descuidar porque una ciudad que olvida
de dónde viene difícilmente sabrá hacia dónde va.
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