Pregunta.- ¿Qué se van a encontrar los ceutíes en esta
nueva adaptación de ‘¡Ay, Carmela!’?
Respuesta.- El montaje de Miguel Narros es muy diferente a
los anteriores y no tiene nada que ver con la película. Si
la gente cree que es lo mismo se equivoca, porque la mitad
de la obra no estaba en la película; y quizás ese primer
acto sea lo más sabroso en cuanto a diálogos. Es una obra
que se ha convertido en un clásico, que está escrita con
muchísima ternura, piedad hacia los personajes. Su humor y
sus emociones llega mucho al espectador, que presencia el
devenir de dos personas en una situación patética.
P.- ¿En qué consiste ese primer acto que no aparece en la
película?
R.- En el inicio de la obra, Carmela llega desde el cielo.
Esa parte es muy onírica y tremendamente divertida.
P.- ¿Cómo es la puesta en escena?
R.- Los decorados son muy ténebres, porque se quiere
reflejar un teatro destruido. No obstante, resulta colorista
en la parte del espectáculo.
P.- ¿Qué tal se trabaja con Miguel Narros?
R.- Es uno de los directores que más trabajo acumula. Tiene
una gran intuición y gracia, que se aprecia mucho en el
montaje. Verónica es también una actriz muy generosa, que
comunica mucho. Considero una suerte trabajar con ellos.
Llevamos ya muchísimas funciones: unas 200 entre ciudades y
pueblos. Lo hemos movido por todo el país durante casi dos
años y ha sido muy bien recibido en todas partes.
P.- ¿La vuelta de ‘¡Ay, Carmela!’ a los teatros llega en
un momento que la puede poner más aún de actualidad debido
al debate sobre la ‘Ley de memoria histórica’?
R.- Yo creo que la Guerra Civil está presente siempre,
incluso en la España de hoy que está tan crispada y
politizada. Mucha gente lo ve con mucha distancia, pero hay
que reparar muchas situaciones tremendas de familiares. En
la obra de lo que se habla también es el mundo del
espectáculo de aquellos años, muy pobre. Aparece la copla,
la zarzuela... y esto tiene una fuerza muy importante en la
representación. Que se cante ‘Mi jaca’ o ‘Suspiros de
España’ lleva emocionalmente a la gente a algo que le es muy
propio.
P.- ¿Toca cantar también?
R.- Sí, la zarzuela, pero tampoco tenemos que cantar
terriblemente bien. Verónica canta también, bailamos los
dos, pero es un musical paupérrimo, propio de una guerra.
Carmela tiene que hacerse el vestido para salir con un traje
de volantes. Precisamente, la pobreza y la situación
dramática en la que están hace que cobre una carga emocional
importante para el espectador, que se divierte mucho.
P.- ¿Has estado alguna vez en Ceuta?
R.- Profesionalmente, es la primera vez, creo, porque no
llegué a ir con los grupos de teatro independientes en los
años 70. Conozco la ciudad porque tenía una pareja de amigos
que vivían en Ceuta. Eso fue hace 25 años, supongo que habrá
cambiado mucho.
P.- ¿Puedes salir a la calle tras el éxito de ‘Aquí no
hay quien viva’?
R.- Ha habido una época que era un poco agobiante salir a la
calle, pero después he vuelto a salir muy a gusto. Yo no he
dejado nunca el teatro, que es donde he hecho lo más
importante. La serie ha tenido mucho éxito y se me conoce
mucho por la serie, pero yo empecé en el año 1970 a vivir
profesionalmente del teatro.
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Vendidas las 532 butacas para las dos
funciones en el Auditorio Siete Colinas
No queda papel, como se suele
decir, para ninguna de las dos funciones en el Auditorio
Siete Colinas de Ceuta –hoy y mañana (20:30)– en el regreso
de ¡Ay, Carmela! con su protagonista original: Verónica
Forqué. La obra, escrita por José Sanchís Sinisterra, se
estrenó en 1987 con Forqué y José Luis Gómez. Desde su
primera gira, la obra no ha dejado de representarse a lo
largo de dos decenios, conociendo una exitosa versión
cinematográfica dirigida por Carlos Saura e interpretada por
Carmen Maura y Andrés Pajares. La calidad de su texto y el
reconocimiento que ha tenido a lo largo y ancho del planeta
la ha convertido en un clásico moderno español, que ahora
cae en las manos de uno de los grandes directores de la
escena teatral nacional, Miguel Narros.
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