Creo sinceramente que, si de
alguna cosa tenemos que arrepentirnos los españoles, fue de
ceder ante Marruecos y permitirles que se quedaran con
Tarfaya y Sidi Ifni y, si de algo nos tenemos que
avergonzar, es de haber permitido que los del Frente
Polisario se quedaran desprotegidos y abandonados por
España, que los dejó a merced del anexionismo incontrolado
del reino de Marruecos. Pero de lo que no hay ninguna duda
que se deben de arrepentir los reyes de España es que, a
causa de las presiones del Ejecutivo o por temor a la
reacción del monarca alauita o por no incomodar a Francia,
la gran valedora del actual Mohamed VI, (que siempre ha
procurado mantener su anterior hegemonía en aquel
territorio), se haya pospuesto su visita, durante 32 años, a
estas plazas del norte de África, tan españolas como lo
puedan ser Madrid y Valencia y, por supuesto, más adictas y
fieles a España de lo que la ha venido siendo Catalunya,
especialmente desde que ha caído en manos del Tripartit y
bajo la égida del famoso Estatut (actualmente congelado en
el TC).
No hay duda de que la diplomacia, encabezada actualmente por
el señor Moratinos, se ha esmerado en mostrarse débil ante
las amenazas, a veces solapadas y en muchas ocasiones con
bombo y platillos que, desde hace unos años, nos llegan de
nuestro vecino del sur. Si el ridículo de la famosa invasión
de la isla Perejil se saldó con una humillante retirada de
los efectivos marroquíes y fue una advertencia para que se
dejaran de meternos el dedo en el ojo; lo que está
sucediendo en la actualidad está colmando el vaso de la
paciencia de los españoles. No contentos con enviarle a
Moratinos para que le bailara el agua a Mohamed VI en el
tema de la apropiación unilateral de Marruecos del antiguo
Sahara español, queriendo convertirlo en una autonomía
integrada en el reino alauita; dándole su conformidad y
arrastrándose a sus pies como una repugnante babosa; se
accede, por bajo mano, a que los cayucos continúen saliendo
de Marruecos y crucen el coladero de la frontera de Ceuta y,
todo ello, sabiendo los problemas que nos puede causar esta
inmigración musulmana que, si se caracteriza por algo, es
por su fanatismo religioso, por la dificultad de hacerse
entender en castellano ypor su convencimiento de que España
no es más que una pertenencia árabe que les fue arrebatada
por los Reyes Católicos.
Creo que ha llegado el momento en que, desde España, se les
dé en las narices a estos deslenguados ministros marroquíes
y se les paren los pie, recordándoles que cuando ellos no
eran más que un protectorado francés( Tratado de Fez de
1912) y no soñaban con alcanzar la independencia, ya las
ciudades del norte de África, juntamente con una zona
bastante más amplia que comprendía Tetuán y otras ciudades,
ya estaban mayoritariamente ocupadas por ciudadanos
españoles. A pesar de sus esfuerzos por recuperar su
independencia no la lograron hasta el 2 de Marzo de 1956.
Personalmente, que tuve el privilegio de hacer mi servicio
militar en Ceuta, pude comprobar como la población española
que habita en dicha ciudad no se diferencia en nada de los
andaluces del sur de la península y mantiene intactas las
costumbres que les acreditan como miembros de esta gran
familia que es España. Bueno, quizá me he precipitado
porque, así como están las cosas, no es seguro que sigamos
así por mucho tiempo, sobre todo si nos atenemos a las
pretensiones que ha dejado translucir el señor ZP en sus
actuaciones con los separatistas, tanto vascos como
catalanes, a los que les da un trato de privilegio respecto
al resto de autonomías.
Se perdieron muchas vidas de españoles en las guerras para
conservar aquellos territorios y fueron muchos los
altercados que se produjeron en España, algunos de ellos
sangrientos ( la Semana Trágica de Barcelona, antecedente de
lo que, más tarde, fue la Guerra Civil)), con motivo de las
mismas, para que toda aquella sangre se quede en agua de
borrajas, sólo por el hecho de que, unos gobernantes
melifluos y cobardes, no quieran poner en entredicho sus
perspectivas electorales por enfrentarse a las amenazas
procedentes de Marruecos con un mínimo de dignidad y
patriotismo. Pero ¡como le vamos a pedir peras al olmo!, si
no han sido capaces de enfrentarse a la banda ETA y se han
arrastrado ante ella para pedirles árnica e intentar
conseguir, fuera como fuera, que aceptase el ramo de olivo
que se les ofrecía. Así pues, aunque tardía y en un contexto
de crispación política, debido al provecho que los
seguidores de Zapatero quieren sacar de la sentencia del
11-M, bien está que los Reyes de España acudan a Ceuta y
Melilla para darles el espaldarazo de españolidad que sus
habitantes vienen demandando desde hace años. ¡Ojalá!, que
el gesto de don Juan Carlos vaya seguido por una
rectificación del Gobierno en todo lo que se refiere a
preocuparse de las necesidades de las dos ciudades que,
precisamente por el lugar estratégico que tienen, merecen
que el resto de los españoles les estemos agradecidos y
contribuyamos a su seguridad y a sus necesidades.
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