En el pequeño gran juego que
españoles y marroquíes estamos viviendo en primera línea,
sobre todo aquellos que compartimos fraternalmente la brisa
africana, me parece sano para ambas partes la práctica
habitual de “templar gaitas”, poniendo sumo cuidado en no
sacar nunca los pies de las alforjas. El lunes en Ceuta, Don
Juan Carlos fue a la par justo e inteligente tendiendo la
mano una vez más y con la tradicional cortesía española a
nuestros vecinos del sur, señalando más tarde en Melilla que
“España cultiva las buenas relaciones”; ayer el Presidente
melillense, Juan José Imbroda, se dirigió también a sus
vecinos marroquíes hablando de “respeto y amistad”. El Reino
de Marruecos debería de comprender que el viaje de los Reyes
de España a Ceuta y Melilla no va contra nadie y, mucho
menos, contra Marruecos y sus legítimos intereses. Los
problemas de Marruecos son otros y de muy distinta índole,
tanto estructural como funcional y confiemos en que los
notables esfuerzos de su joven soberano, Mohamed VI, acaben
aproando a ese gran país hacia un futuro inmediato estable y
prometedor.
He tomado buena nota de la irritación marroquí, con escaso
fundamento histórico alguno, pero también y pese a las
apariencias la relativa contención de las respuestas, además
de la profesionalidad y cortesía de sus fuerzas de seguridad
-en Tetuán y en la frontera de “El Tarajal- para con los
profesionales de los medios de comunicación, sinceramente
impecable. Ayer fue el 32 aniversario de la “Marcha Verde”,
aprovechado por cierta prensa marroquí para entorpecer y
ralentizar, aun más, el clima de buena vecindad alcanzado
entre ambos países, en claro contraste con la prensa más
profesional y solvente (pienso en los excelentes semanarios
de los viernes) que no ha hurgado en la herida. “L´Economiste” recordaba estos
días la importancia de los vínculos empresariales,
desaconsejando vivamente cualquier tipo de enfrentamiento
bilateral.
Ayer, a las 21.00 hora española, Mohamed VI, Rey de
Marruecos, Comandante en Jefe de las FAR y Comendador de los
Creyentes, se dirigió a su pueblo con motivo de la Fiesta
Nacional. No me gusta el “periodismo ficción” por lo que no
especularé sobre el posible contenido del mismo sin haberlo
leído con suma atención, pero entiendo en buena lógica que
los intereses comunes y las amenazas compartidas (el
terrorismo islamista en primer plano) por ambos países
vecinos son mayores que las diferencias. Marruecos sugiere
una “peligrosa línea roja” que España habría traspasado con
el viaje de los Reyes a Ceuta y Melilla, crítica que yo
devolvería a su procedencia: es el Reino
de Marruecos quien (el discurso de Mohamed VI será
determinante) debe evaluar con sumo cuidado cual es
exactamente su sitio y hasta donde quiere llegar y la
escalada que supondría la reactivación del "Frente de
Liberación de Sebta y Melilia", cuyo "fantasma" volvió a a
aparecer en la madrugada del lunes. España
está aquí, en el norte de África, desde hace casi cinco
siglos y las raíces profundas de nuestra nación se remontan
en el tiempo muchos cientos de años antes, al menos desde la
profunda y vertebradora romanización, sin necesidad de
recurrir al sugerente recuerdo de la “España Transfretana”.
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