Por encima de la lectura política
local, nacional e internacional que puede extraerse de la
oportuna y necesaria visita de Sus Altezas Reales Don Juan
Carlos I y Doña Sofía a las ciudades autónomas de ayer y
anteayer la opinión pública local, nacional e internacional
debería reflexionar un instante sobre la inaceptable
manipulación de que han sido objeto durante años los
integrantes de la comunidad de confesión islámica de Ceuta.
Sometidos durante no ya años sino décadas a un velo de
sospecha sobre su sentimiento e identidad nacional, los
musulmanes ceutíes dieron el lunes un ejemplo de que son tan
caballas y, por tanto, tan españoles como cualquiera de las
otras tres comunidades culturales que componen la ciudad
autónoma. Sin embargo, los musulmanes de Ceuta no han sido
víctimas sólo esa insidia infundada y a la que a veces han
dado pábulo incluso las instituciones. Al otro lado de la
frontera también han sido y siguen siendo objeto de la
manipulación de quienes siguen empecinados en la
reivindicación de las dos ciudades autónomas como territorio
marroquí. El último ejemplo pudo verse y leerse ayer mismo,
cuando el non grato Mohamed Hamed Ali, recientemente
encumbrado en extrañas circunstancias, tal como ha informado
este periódico, a la Presidencia de la FEERI, la segunda
federación de entidades musulmanas españolas más importante
tras la UCIDE. Con un descaro sorprendente que debería dejar
en una incómoda posición a la agencia informativa oficial
marroquí que dio cobertura a sus palabras el susodicho
aseguró que sólo 150 musulmanes ceutíes habían salido a las
calles para recibir a los Reyes. La bula no merece ni
siquiera respuesta en tanto que cualquiera, marroquíes
incluidos, que haya visto por televisión las imágenes de la
recepción habrá comprobado que son falsas, pero sí es digno
de encomio y de resaltar, por las dudas que se han extendido
sobre ella, la demostración de sus sentimientos nacionales
de la comunidad musulmana ceutí. Tan ceutí y tan española
como la que más.
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