Tengo unos compañeros, si es que puedo llamarlos así, en el
periódico que son toda una máquina de producción. Verlos
trabajar me hace sudar la gota gorda, a más de hacerme
meditar sobre las fuerzas que sacan para mantenerse al pie
del cañón todos los días de todas las semanas de los doce
meses del año. Realizar la maqueta de un diario conlleva una
concentración y dedicación plena en la tarea y una rapidez
de reflejos manuales que marea y produce el “síndrome del
paro” al profano en la materia. Por la ingente tarea que
llevan a cabo, nuestro diario “El Pueblo de Ceuta” cumple
puntualmente con su deber de informar al ciudadano de las
noticias que se suceden continuamente en nuestra ciudad, en
nuestro país y en el mundo.
En los periódicos de mi anterior residencia, esa labor de
maquetación la llevan no menos de diez personas, número que
ni de lejos existe en nuestro periódico. Casi quitando medio
cero ya es todo.
Saliendo del tema de las florituras peloteras, paso a
ensayar una teoría sobre la que he estado opinando durante
bastantes artículos publicados anteriormente en los diversos
medios de comunicación en que he participado. Me refiero al
inmovilismo especulativo político del PP. Mis tesis acerca
de la autoría del terrible atentado del 11-M y de la postura
del PP en su teoría de la conspiración ha culminado con la
razón de mi parte. Basando los hechos en la sentencia
judicial y la declaración formal e institucional sobre la
inexistencia de autoría por parte de ETA, no se comprende la
postura del PP en su insistencia de seguir investigando. A
menos que el PP se haya convertido en una agencia
detectivesca por su cuenta y riesgo, no veo la razón de
dedicar fuerzas y tiempo en seguir buscando algo que
relacione a ETA con el cruento atentado.
A esa postura de la cúpula del PP se une su intolerancia a
recibir críticas de sus propios afiliados o simpatizantes.
Mucho mal ha sentado en la cúpula pepera las declaraciones
de Montserrat Nebreda configurada en una carta, publicada en
un diario, a Mariano Rajoy a cuenta de la sentencia del 11-M
en el que la parlamentaria le recomendó “soltar lastre” y
cerrar “la puerta” que une al partido “con el pasado”. La
misiva estaba acompañada por un artículo del diputado en el
Congreso Jesús López Medel, que pedía que el fallo judicial
sirva para cerrar toda controversia sobre los atentados.
¿Es el PP un partido democrático?, en mi opinión: NO. Las
declaraciones de sus miembros tienen censura previa
obligatoria, en contra de la Constitución. Aquél que haga
declaraciones, por su cuenta y riesgo, ha cavado su fosa
política dentro del propio partido. Recuerden a muchos ex
dirigentes del PP, Josep Piqué entre otros, que fueron
apartados a la mínima discrepancia con los postulados de los
mandamases peperos, sobre todo de Rajoy, Zaplana y Acebes.
La fuerza de la mentira es contundente y ello obliga al
mentiroso a proseguir en su empeño, máxime que tenemos a la
vuelta de la esquina las elecciones generales, y con ello no
hace más que cavar su propia tumba electoral. No demos más
vueltas a los hechos. El rédito político que esperaban,
ilusos, los peperos en el caso de que la sentencia hubiera
indicado, siquiera, indicios de participación de los etarras
en el atentado del 11-M hubiera sido tan descomunal como
injusto. En honor a la verdad, creo que se pasaron y siguen
pasándose, en su teoría especulativa de la conspiración.
Esta teoría desmontada lleva al descrédito y contra ello
están luchando ahora los que la defendieron a ultranza.
Es peligroso, para el ciudadano, que un partido, cualquier
partido, asuma la responsabilidad de los medios de
comunicación de manera unilateral y partidista. Con ellos en
las manos, el partido tiene toda la potencia mediática
congregada y haría uso de ella como siempre se ha demostrado
durante más de cuarenta años: con mentiras y patrañas con
las que mantener sumido al ciudadano en la más absoluta
ignorancia y con la que desviar las individuales tendencias
a una sola y totalitaria política del poder.
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