Como ustedes habrán advertido (y,
si no, les sugiero las páginas 24 y 25 de la edición de
hoy), he sentido mucho no haber podido estar en Ceuta
homenajeando, como se merecen, a Don Juan Carlos y Doña
Sofía, pero andaba practicando más allá de la frontera de El
Tarajal ese “diálogo de culturas” tan preconizado por el
Presidente José Luis Rodríguez Zapatero y al que se
apuntaron en su momento, con desbordado entusiasmo, nuestros
vecinos y amigos del sur, ese Marruecos con el que hemos
compartido tantos retazos de historia. Vayan pues en estas
líneas un ¡Viva el Rey! y un ¡Viva España! como fiel reflejo
de mi estado de ánimo, después de haber sentido dosis de
sana envidia al no ser uno más en ese baño de multitudes,
sincero, vibrante, emocionado, que absolutamente toda la
ciudadanía ceutí -sin distinción social, étnica o religiosa-
les dispensó. Porque Don Juan Carlos es un auténtico “Rey de
las Cuatro Culturas”, de la generosidad y la tolerancia.
He pasado estos días intentando comprender el notorio enfado
de nuestros vecinos marroquíes, su sensibilidad siempre a
flor de piel y ahora es justo -cuando el lector lea estas
líneas ya estaré “perreando” por mi querido Tetuán, la
blanca novia de la Yebala- que ellos tomen nota de la mía.
Afortunadamente ni unos ni otros solemos llevar nuestras
diferencias patrióticas a título personal, ¡Handulá!, siendo
precisamente el buen trato personal el auténtico colchón
amortiguador de nuestras diferencias. También quiero
aprovechar para dejar bien claro el famosillo asunto de los
“vivas a ETA”: dar se dieron, vaya que sí y no por parte de
unos descerebrados. Fueron gritos organizados, planificados,
apenas duraron dos minutos dado que los corté por lo sano;
¿cómo iba a permitir, no solo por estar delante del
Consulado de España sino por la presencia de abundantes
fotografías de Mohamed VI enarboladas por muchos de los
manifestantes, que se gritaran consignas a favor del
terrorismo, en este caso etarra?. Ya digo: ¿qué pensaría
Mohamed VI al saber que algunos de sus súbditos jalearon con
sus gargantas a una sanguinaria organización terrorista?.
¡En su nombre y en el del Reino de Marruecos…!. ¡Qué
“chuma”!. Muchos buenos tetuaníes me expresaron luego,
noblemente, su disgusto.
Pero para bochorno y vergüenza ajena las declaraciones de mi
amigo (una cosa no quita la otra) Mohamed Hamed Alí a la
MAP, la agencia oficial de noticias del Reino de Marruecos,
que son transcritas tal cual sin el más mínimo sonrojo ni la
menor autocrítica: “sobre 30.000 marroquíes residentes en el
enclave ocupado, solamente unas 150 personas participaron en
la ceremonia de recepción del soberano español, subrayó
Hamed quien también es vicepresidente del Consejo Superior
de los musulmanes de España”. Tal cual, con dos cojones. Ya
sé que ¿jode, verdad?, pero el 99% de los musulmanes de
Ceuta -la gran mayoría españoles, si bien de origen
marroquí- se volcaron con sus Reyes, algo que muchos nunca
olvidaremos. Marruecos está muy nervioso y, alguno de sus
súbditos, también. “La noticia es sagrada, el comentario
libre”, tal es el lema de la agencia oficial marroquí. Pues,
¿saben?, la MAP es una sacrílega. Chuma, chuma.
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