Señor Presidente: Empezaré por
decirle que nunca tuve facilidad para arrobarme con
manifestaciones públicas. Y, mucho menos, la tengo ahora
cuando el paso del tiempo ha acrecentado mi escepticismo.
Pero debo reconocer, y por ello he decidido contárselo, que
la visita de los Reyes a Ceuta me ha permitido sentir una
especie de embeleso del cual creía estar ya inmunizado. El
motivo, pues, de ese trance emocional pasajero, se lo achaco
más bien al haber visto la felicidad de un pueblo. Y esa
felicidad, apreciada por mí y por innumerables testigos a
través de la televisión, es gracias a que usted ha sabido
estar a una altura incomparable al comprender que ya era
hora de que sus Majestades visitaran esta ciudad.
Señor Presidente: Permítame decirle que, en menos de dos
años, ha conseguido usted dejar sin argumentos a todos los
que acusan a los socialistas, por sistema, de actuar contra
los intereses de Ceuta. El primer aldabonazo lo dio cuando
decidió presentarse en esta tierra, como presidente, y sin
que a semejante viaje pudiera sacarle rédito electoral.
Porque ni había elecciones ni esta ciudad es proclive a
votar a los suyos. El segundo ha sido ya merecedor de que
pase usted a la historia de este pueblo como alguien que los
tiene como el Espartero. Ahí es nada programar un
viaje Real cuando el mundo vive sometido a la tiranía de la
fuerza de unos pocos que son multitud.
Señor Presidente: El Rey ha dicho: “Teníamos un compromiso
pendiente con los ceutíes y con sus autoridades, pero
también con nosotros mismos como Reyes que se deben, ante
todo, a todos los españoles”. Y ese compromiso, tan ansiado
por quienes viven en la España del otro lado del Estrecho,
se ha cumplido gracias a que usted, tan vilipendiado por,
según dicen, su manía de dividir a los españoles, ha querido
que se haga posible. De hecho, sepa que ya los hay pidiendo
a gritos que se rotule una calle con su nombre: Presidente
José Luis Rodríguez Zapatero. Lo que va de ayer a
hoy.
Señor Presidente: A pesar de lo antedicho, y por más que yo
sepa que la política es propicia a que haya muladares
producidos por defecaciones verbales de quienes no reparan
en nada con tal de arrimar el ascua a su sardina, he sentido
náuseas al leer que usted ha mandado al Rey a que haga
campaña electoral. “La visita del Rey a Ceuta y Melilla en
vísperas electorales sólo tienen una lectura, naturalmente,
de carácter electoral. Se trata de conquistar millones de
votos sin importar el futuro de España en general, y de
Ceuta y Melilla en particular”. El autor de estas palabras
es Agapito Maestre, ex catedrático de la Universidad
de Almería. De la que fue expulsado injustamente, al
parecer.
Señor Presidente: Yo no sé si el Partido Socialista es capaz
de cualquier cosa por un voto, ni tampoco si por millones
puede crear conflictos irresolubles, como asimismo airea AM,
filósofo ejemplar. Pero lo que sí sé es que usted ha
conseguido, en escaso tiempo, que un pueblo vuelva a
recuperar el optimismo.
Que un pueblo enmarcado entre dos mares y habitado por
ciudadanos deseosos de contribuir al engrandecimiento de una
España unida, fuerte y orgullosa de su aportación a la
Historia Universal, haya gritado, hoy lunes, 5 de noviembre
de 2007, ¡Vivan los Reyes de España! Quienes, además, han
cautivado con su arrolladora personalidad.
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