• Majestades, señora ministra, señoras y señores. Hace unos
días, estando en un lugar emblemático de nuestra ciudad, me
fue comunicada la mejor noticia que, como Presidente y
Alcalde, he recibido: la visita de Sus Majestades los Reyes.
Ante tal anuncio: agradecimiento, satisfacción y alegría,
mucha alegría, por supuesto como Presidente pero sobre todo
como ceutí, porque los ceutíes deseábamos y, a la vez,
necesitábamos esta visita para poder demostrar a nuestros
Reyes, y en su casa, el mucho cariño que aquí se les tiene.
La voluntad de Sus Majestades y el decisivo apoyo del
Gobierno de la nación han hecho posible nuestro deseo. Por
ello muchas gracias. Estamos siendo testigos de un
acontecimiento histórico, que nunca vamos a olvidar y que
llena de satisfacción a todos los ceutíes, cualquiera que
sea su edad, origen o afinidad ideológica; un acontecimiento
capaz de unirnos y, por tanto, de hacernos más fuertes. En
todo caso, una visita que tiene carácter institucional y que
debe ser valorada desde la normalidad, porque Sus Majestades
han cruzado el Estrecho pero no han salido de España.
Estando convencido de que es mérito del buen edil, sea
Alcalde o Concejal, prestar atención a los servicios, ser
sensible a las demandas de los ciudadanos y transmitir a
estos, a través de sus actuaciones, optimismo y confianza,
me he sentido especialmente honrado de haber entregado a Su
Majestad el bastón de mando de nuestra ciudad, ya que su
presencia entre nosotros lo convierte, desde la óptica de
los referidos valores, en nuestro mejor Alcalde, porque la
citada presencia supone inyectar en el ánimo de los ceutíes
una elevada dosis de optimismo y de confianza.
Una entrega que he tenido el honor de hacer a Su Majestad
ante la Corporación en pleno y a la entrada de esta Casa
Consistorial, que a todos los ceutíes representa, que de
todos es patrimonio, y que fue oficialmente inaugurada por
Sus Majestades Don Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia hace
ahora 80 años, el 6 de octubre de 1927.
De cualquier forma, y al margen de estas consideraciones,
nuevamente como ceutí me siento orgulloso de que el bastón
de mando de nuestra ciudad haya sido portado por una
personalidad de la categoría de nuestro Rey, que ha sido
capaz de personificar y liderar un proceso de progreso
ciertamente admirable a través del cual, fruto del pacto
constitucional y del dinamismo de nuestra sociedad, España
ha logrado unas cotas de bienestar, de desarrollo social y
de libertades democráticas que hace 30 años parecían
inalcanzables; un Jefe de Estado que es modelo de
equilibrio, de cercanía, de moderación y de amor a España, y
que es, sin duda, la figura más importante de nuestra
historia contemporánea; una afirmación que no está
justificada por la emoción del momento. Se trata de una
constatación objetiva soportada por la contundencia de los
hechos.
Como bien conocen sus Majestades, Ceuta es pequeña, dulce y
marinera, y tiene el alma mediterránea; es algo que se
percibe inmediatamente sin necesidad de mucho esfuerzo ni de
muchas explicaciones porque aquí, desde Ulises, la vida es
un tránsito, un viaje que tiene por finalidad superar las
dificultades que en el camino van surgiendo; un modo de
adaptarse a los cambios; de no perder nunca la compostura ni
el sentido común; y de procurar que el camino nos vaya
haciendo mejores. Alma mediterránea consecuente con nuestro
paisaje y con nuestras raíces, y que igualmente se aprecia
en la espontaneidad, emotividad y hospitalidad de nuestra
gente. Ceuta presume, con razón, de su rica y dilatada
historia, siempre vinculada a la de España, porque Ceuta ha
sido fenicia, griega, romana, visigoda y califal; entra en
la era moderna, en 1415, de la mano del Reino de Portugal, y
merece, desde Don Felipe IV, el título de Muy Noble, Leal y
Fidelísima. Ceuta es, además, centinela, baluarte y atalaya.
Ceuta es un escenario singular para el encuentro, el diálogo
y el entendimiento. En nuestra ciudad convergen, con
intención de fusionarse y enriquecerse, Oriente y Occidente;
el Norte y el Sur; Europa y África, el Mediterráneo y el
Atlántico. Ceuta es un puente tendido sobre el Estrecho por
el que transitan, con notable vigor, personas, bienes,
afectos e ideas.
La geografía, la necesidad y los contactos han hecho de
Ceuta un observatorio válido para llegar a comprender que
personas con distintas creencias pueden, si lo desean,
aceptarse, conocerse y quererse. Los ceutíes ejercitamos, de
manera cotidiana y sin aspavientos, el respeto y la
tolerancia como normas habituales de conducta. No queremos
dar lecciones de convivencia, es un asunto muy serio, pero
sí estamos en condiciones de afirmar que conocemos su
significado y valoramos su trascendencia, porque en Ceuta,
desde hace mucho tiempo, vivimos compartiendo. Creo
sinceramente que Ceuta es un buen lugar para poner de
relieve que las libertades democráticas, la igualdad, la no
discriminación y la justicia son los mejores antídotos
contra el fanatismo de cualquier signo, la intransigencia y
la intolerancia. Ceuta es solidaria, y al mismo tiempo
demanda solidaridad del conjunto de la nación a fin de
lograr, como asunto de todos, que nuestros peculiares
condicionamientos en forma de extrapeninsularidad, reducida
superficie, alta densidad de población, escasez de recursos
básicos y las consecuencias del fenómeno migratorio
vinculado al hecho fronterizo, no supongan un obstáculo
insalvable para alcanzar unos niveles de empleo, prosperidad
y cohesión social iguales a los del resto de España;
aspiración, por otra parte, justa, legítima e irrenunciable.
Como casi todo el mundo tenemos problemas y dificultades, no
somos una excepción, pero Ceuta no es un problema; todo lo
contrario, Ceuta se reconoce útil, viva y activa; Ceuta
afronta el futuro con ilusión, como una oportunidad para
seguir progresando, para aprovechar nuestras muchas
potencialidades.
Majestades, estas son, de manera resumida, algunas de las
esencias de Ceuta; unos rasgos característicos que sirven de
fundamento para acreditar la principal condición de nuestra
ciudad: ser y sentirse España; una realidad que es, además
de vocación, un vínculo de naturaleza consustancial.
Un sentimiento que, para ir terminando, enlazo con el deseo
de reiterar, en nombre de todos los ceutíes, nuestro sincero
agradecimiento a Sus Majestades, así como nuestra lealtad,
nuestro respeto y nuestro cariño, por lo que representan y
por su forma de ser.
De conformidad con la decisión adoptada de manera unánime
por la Junta de Portavoces de la Asamblea, me complace
comunicar que seguidamente tendré el honor de entregar a Su
majestad la Llave de Oro de la Ciudad. Nunca antes fue
concedida a nadie y es todo un símbolo, mediante el que, con
todo respeto y humildad, pretendemos decirle a Su Majestad
que la lealtad de Ceuta es definitiva, que aquí nos tendrá
siempre sin necesidad de llamar, y que tiene abiertos, de
par en par, el corazón de todos los ceutíes, entendiendo por
tales a todas aquellas personas que, con independencia de
orígenes y lugares de residencia, respetan y aman a esta
noble tierrra; una tierra en la que cuando decimos ‘¡Viva
Ceuta!’, también estamos diciendo ‘¡Viva España!’ y ‘¡Viva
el Rey¡. Muchas gracias.
*Discurso íntegro del presidente Vivas, ayer, en el Salón
del Trono ante los Reyes.
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