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OPINIÓN - LUNES, 5 DE NOVIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Bienvenidos a casa, Majestades

Hoy es el gran día. Los ceutíes veremos colmados, a partir de las 11’45 de esta misma mañana, nuestras viejas e históricas aspiraciones de contemplar a los Reyes caminando por nuestra tierra que es la suya, por formar parte de su reino, desde que alcanzó la Jefatura del Estado el 22 de noviembre de 1975.

Cuán felices somos hoy, Majestades, por el altísimo honor de tenerles entre nosotros; en una tierra que respira España por los cuatro costados y que se ha forjado, siglo tras siglo, unida a los pueblos, civilizaciones y reinos que han dominado la península ibérica.

Sus excelencias saben, Señor, Señora, que en este lugar ubicado en los límites de su reino, padecemos a diario desde hace décadas los insistidos ataques con pertinaz contumacia del vecino país. Aún así, esta “adelantada de España en tierras africanas” -como usted, Señor, la calificó cuando nos premió con su visita en 1970- permanece firme y orgullosa; leal, fiel y permanentemente honrada de ser vehemente defensora de la Enseña que le representa.

Fuimos los propios ceutíes, nuestros antepasados del siglo XVI, los que decidimos formar parte de la Corona de España después de pertenecer por más de un siglo a nuestra hermana de Portugal. Desde entonces, Señor, Señora, seguimos aquí, generación tras generación, vinculados estrechamente a la España europea.

Hoy es un excelente día para Ceuta, a la que buena falta le hacía por otra parte. El espaldarazo que significa para la moral y el orgullo de los ceutíes es, no sólo inmenso, infinito. Es la prueba palpable de que los deseos de Sus Altezas siempre fueron darse una vuelta por los lindes del reino; y el que hoy sea Ceuta el destino de tan singular y elevada visita, deja claro muchas cosas, y despeja también muchas dudas. Hoy los ceutíes respiramos con aires renovados -insuflados con vuestras presencias- la españolidad fielmente conservada en esta que es, por siempre, vuestra casa excelencias.
 

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