Hoy es el gran día. Los ceutíes
veremos colmados, a partir de las 11’45 de esta misma
mañana, nuestras viejas e históricas aspiraciones de
contemplar a los Reyes caminando por nuestra tierra que es
la suya, por formar parte de su reino, desde que alcanzó la
Jefatura del Estado el 22 de noviembre de 1975.
Cuán felices somos hoy, Majestades, por el altísimo honor de
tenerles entre nosotros; en una tierra que respira España
por los cuatro costados y que se ha forjado, siglo tras
siglo, unida a los pueblos, civilizaciones y reinos que han
dominado la península ibérica.
Sus excelencias saben, Señor, Señora, que en este lugar
ubicado en los límites de su reino, padecemos a diario desde
hace décadas los insistidos ataques con pertinaz contumacia
del vecino país. Aún así, esta “adelantada de España en
tierras africanas” -como usted, Señor, la calificó cuando
nos premió con su visita en 1970- permanece firme y
orgullosa; leal, fiel y permanentemente honrada de ser
vehemente defensora de la Enseña que le representa.
Fuimos los propios ceutíes, nuestros antepasados del siglo
XVI, los que decidimos formar parte de la Corona de España
después de pertenecer por más de un siglo a nuestra hermana
de Portugal. Desde entonces, Señor, Señora, seguimos aquí,
generación tras generación, vinculados estrechamente a la
España europea.
Hoy es un excelente día para Ceuta, a la que buena falta le
hacía por otra parte. El espaldarazo que significa para la
moral y el orgullo de los ceutíes es, no sólo inmenso,
infinito. Es la prueba palpable de que los deseos de Sus
Altezas siempre fueron darse una vuelta por los lindes del
reino; y el que hoy sea Ceuta el destino de tan singular y
elevada visita, deja claro muchas cosas, y despeja también
muchas dudas. Hoy los ceutíes respiramos con aires renovados
-insuflados con vuestras presencias- la españolidad
fielmente conservada en esta que es, por siempre, vuestra
casa excelencias.
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